EL GRAN ENGAÑO, 12 AÑOS DESPUÉS (Mi testimonio sobre Nueva Acropolis)

En los seis meses finales del 2010 escribí, en la soledad de mi estudio, un libro enfocado a la historia, la doctrina y los daños que causa la secta militante Nueva Acrópolis.

Los sonidos del tecleo cruzaban el otoño trayendo de vuelta, las imágenes del pasado. Paisajes, escenas y experiencias. El Gran Engaño fue una cita con mis recuerdos y con lo sabido en el tiempo de la libertad. Aquello fue un alud de reflexiones e investigaciones. Deseaba compartir mis vivencias, mis descubrimientos.

Al sumar páginas recordaba que al irme de Acrópolis reflexioné largamente por qué me hice parte y cómo fui defraudado. Pero más todavía: escuchar, al paso del tiempo, los relatos sobre el agravio a los integrantes que permanecieron y a los que llegaron después, incluso a algunos que nacieron en la secta, me confirmó la utilidad social de lo que hacía.

Hilaba capítulos habiendo constatado las huellas emocionales, los matrimonios destrozados, las expectativas de vida frustradas, las maternidades arruinadas, la pérdida de los afectos, los daños morales, el dolor y, sobre todo, el fantasma que los rondaba, el de ser responsables de lo sucedido, no la organización y sus líderes. Me afectó más lo que supe de los otros, que lo que me ocurrió. Entonces busqué abrir un faro de advertencia sobre las manipulaciones que hace Nueva Acrópolis y ofrecer esperanza de que es posible salir y sanar, por medio del acto fundamental de saber. El libro fue para dar voz a quienes viven esas experiencias a nivel global y hallarles un poco de justicia, no fue solo para mí.

Verificando archivos, pensaba en las denuncias, reportajes, relatorías de comparecencias en Europa. Sin restarles mérito, me parecía que yo podía aportar una hilación más a lo profundo, por lo que me propuse articular una descripción a diferentes niveles, para alertar sobre las verdaderas intenciones y prácticas del grupo fundado por Livraga Rizzi.

Mucho sucedió, pero nadie esperaba que El Gran Engaño fuera profético. Lo descrito en sus páginas se corroboró por experiencias de los integrantes de la secta. Como anticipó el libro, Nueva Acrópolis México sufrió una desbandada que casi la destruyó. Igualmente se comprobó que el culto al poder que tiene la secta es grave, incluso para ellos mismos, porque posibilitó que sus dirigentes Lidia Pérez López y Esmeralda Osuna Lafarga se apoderaran de la secta en el país y le cambiaran el nombre, para crear una facción llamada Inspira. ¿He dicho profecía? No. Fue un pronóstico, basado en la lógica del mundo descrito y su actuación.

No estoy aquí para destruir una secta. Las sectas se destruyen solas.

Hoy, al cumplirse 50 años del golpe de Estado en Chile, recordé la admiración de Livraga por el dictador Pinochet. En la coyuntura de los dramas libertarios consideré que podía brindar este testimonio de hechos relacionados con el libro, pero más todavía, para hablar del presente y del futuro, contigo libre de la secta.

En la ventana

Durante la primera distribución de El Gran Engaño, Nueva Acrópolis tuvo una reacción de violencia que implicó, en última instancia, la amenaza implícita de matar. No contaré los detalles al ser delicado e implicar seguridad de los afectados, pero tengo autorización para brindar datos que te permitirán saber lo que pocos o nadie supieron por entonces.

Por mi parte, no fueron esos hechos por los que dejé de hacerme ver. Mi primera idea fue hacer circular el libro gratuitamente y nada más. Después, me pregunté si habría ex integrantes que lo leyeran y desearan ampliar las denuncias. No obstante, las redes sociales con sus alcances e interacción estaban menos desarrolladas que ahora, por ende, no tuve mensajes, ni de México, ni de ninguna parte y, como te comentaré, no hallé utilidad en realizar acercamientos. Así que finalicé, porque había cumplido mi objetivo.

… Y estábamos en la caverna

Yo salí de Nueva Acrópolis porque en última instancia tuve una crisis moral. Llevaba años  convencido de que mis acciones eran, como se nos decía, en beneficio de la humanidad, por medio de lo que Acrópolis denomina el servicio y otras sectas la seva. Sin embargo, cuando presencié los abusos que ocurrían tanto hacia otros integrantes como hacia mí, la consciencia empezó a despertar de manera gradual. Pasé de justificar la realidad, a negarla y finalmente a aceptar su veracidad.

Empezó como una sensación física de desagrado ante la idea de presentarme en la sede y luego fue una voz interior, insistente, que comenzó a cuestionar la naturaleza de Nueva Acrópolis. La información captada aquí y allá se acumula en tu inconsciente y emerge como lo que Acrópolis llama “la crisis”. Están conscientes de su existencia y la definen como un episodio de debilidad generado por el egoísmo y la pérdida de captación del integrante, con respecto al esfuerzo que implica el servicio a la humanidad, y lo intentan sofocar inyectando sentimientos de culpabilidad, vergüenza y dando castigos morales al integrante, ya que saben que la crisis es en realidad un despertar de la consciencia.

Es importante señalar que la crisis en una secta no es un evento único. En plural, considero a las crisis como resultado de acumulaciones en la experiencia del abuso. En singular, una crisis puede ser definitoria. Todos hemos podido observar que una crisis conduce a irse de Acrópolis o a hundirse más en ella. Las crisis son en realidad producto de lo que la ciencia llama disonancia cognitiva. Las crisis son una disonancia que presiona tu consciencia.

Por lo general, la crisis se debe a un evento desencadenante. Te dicen algo, miras, vives algo, que libera el efecto de las experiencias negativas acumuladas.

En mi caso, el evento desencadenante fue un reclamo que un joven guardia de seguridad me hizo, en parte doloroso y en parte sereno. Me mostró el sufrimiento que le causaban mis decisiones como su mando, las dudas que experimentaba por la presión a la que lo sometía, que era, por cierto, menor a la que yo me sometía y en la que me encontraba.

El chico estaba en crisis. Por ende, pude haberlo silenciado, imponerle guardias de castigo, exhibirlo en público, como se hace, pero a medida que lo escuchaba, sus palabras me fueron causando una profunda impresión. Algo dentro de mí me forzó a prestarle atención. Con sus palabras me fueron apareciendo sucesos, cuya interpretación pasó de ser la sabida, que eran compromisos de discipulado, de superación del ego, de sacrificio necesario por un deber, a captarlos como de naturaleza falsa y violenta. Violencia en todos los ámbitos, que por años había ignorado, pero a la que estaba adaptado, sintiéndola normal en nuestra comunidad, e hizo emerger en mi memoria, momentos, emociones que yo había estado ensamblando. Lo oía, pero también me oía. Y una muy buena parte de eso era yo diciéndome que estaba abusando moralmente de los demás, para empezar de ese muchacho. Mi voz me repetía, con un tintineo incesante, inflexible, que lo que ese guardia me decía era, causándome un sentimiento de sereno horror, que era la cruel y lacerante verdad.

Nunca supe qué le llevó a decirme eso, es decir, qué le llevó a decirlo a mí. Pudo ir con hachados, con el Jefe de Fuerzas Vivas o con el mismo Mando Nacional. Aunque yo era su canal jerárquico, justo por ser la fuente de su incomodidad pudo haberme evitado. Amén que le hubieran gritado, castigado y de paso a mí por no contenerlo, amén de su ingenuidad por creer que protestar servía de algo, quiero pensar que me lo dijo, además de por rebeldía, porque creyó que yo lo podía escuchar y por eso, aunque de su vida personal no sabía nada, y luego que dejé de verlo nada he sabido, lo considero amigo y le dedico este testimonio.

En ese momento le respondí de manera evasiva, lo envié de vuelta a sus deberes y me retiré a un salón vacío, preso de una serie de emociones que me cruzaban sin poderlas contener y de pensamientos en desorden. Me sentí tocado en lo que consideraba mi identidad más profunda. Me sentí enfrentado a la terrible verdad, sin capacidad de huir de esa sensación, atravesado por un grito de reclamo, de acusación que venía de mi mente, de que, en lugar de ser un guía, me había convertido en un instrumento de sufrimiento y engaño para aquellos que confiaban en mí. Yo era un apasionado defensor de la militancia, de la devoción a un Maestro y de la colaboración en una causa noble que buscaba vivir y apuntalar no con palabras, sino con mis actos. Sin embargo, en un instante, me di cuenta de que, en mi deseo de ayudar, me había vuelto, sin darme cuenta, parte de un sistema que abusaba de la confianza de las personas y manipulaba sus vidas de una manera que contradecía mis propios principios morales. Además, estaba tomando consciencia de los horrores históricos del nazifascismo que, junto con el sentido heroico, era parte de la médula de lo que considerábamos nuestra mística. Fue una tormenta silenciosa que me presionó las sienes con el inflexible índice de la vergüenza.

Y lo que me pasó, lleno de esa vergüenza que me dolía como una puñalada, martillándome, fue que, en ese salón vacío donde yo había dado clase de filosofía moral, de simbolismo y alcanzado los vuelos de comentar que no veríamos el Mundo Nuevo, pero que ese mundo de belleza lo merecían las almas del mañana, me senté donde los integrantes, y me cubrí el rostro, y ardua y silenciosamente, me puse a llorar con lágrimas ardientes. Me habían espetado en la cara que había perdido de vista lo que realmente significa ser una persona compasiva y justa. Y aun ahora que lo recuerdo, vuelvo a sentir esa vergüenza, y me siento agradecido por ella.

Sus palabras fueron el momento desencadenante de una crisis que me llevó a salir de Acrópolis, también como suele ser, no de inmediato. Es difícil renunciar a los afectos. Es difícil renunciar a lo que has tomado como una pauta sagrada en tu existencia. La última vez que estuve en Acrópolis me paré frente al fuego del llamado templo de Seguridad. Frente a la llama que de continuo ardía, recordé cuando me uní a Acrópolis. Yo buscaba una causa. Sentí que la encontré en Nueva Acrópolis, como la ofrecía. Recordé cuando me hice elemento de Fuerzas Vivas. La sensación de acción cuando antes de la ceremonia del juramento, me indicaron que me colocara la corbata negra en el espacio del tercer botón de la camisa del mismo color, con la banda roja al brazo. “Posición de ataque”, me explicaron, y me supe dispuesto a todo.

Y lo que había de base, la idea de que los actos  y sacrificios eran trascendentes en beneficio de la humanidad era no más que un gigantesco y patético engaño, porque la forma que adoptaba era lo opuesto a eso y era inmoral. Lo que más me dolía era la traición de Acrópolis hacia el creer, pero lo estaba procesando. Recuerdo que de pie frente a la veladora, mi expresión era serena, y sentí mi mirada concentrada y en ella otra llama, ésta, la de un primer atisbo, una certeza todavía vaga, de que la historia no iba a terminar así.

Cesé los recuerdos, aprecié mi buena voluntad y, escuchando los sonidos del trabajo sin fin, inútil para el mundo, de los que estaban afuera, pensé que puede haber sueños celestes y despertares terrestres. Después salí y no me despedí de nadie, ni pregunté por nadie en el futuro. De los que conocí, sólo de uno tengo especial recuerdo, un hombre de ideales que merecían una mejor causa, de los que tienen silencios llenos de emociones y de paisajes donde los héroes crean mundos. Los que pueden existir exactamente donde no se encuentre Nueva Acrópolis. Años después supe que se había marchado y fui muy feliz por él, aunque nunca se lo diga.

Una ventana

Sé que algunos de quienes me leen pueden estar interesados en saber si mi testimonio los afecta, porque son responsables de abusos económicos y sexuales. Sin embargo, mi enfoque no está en ellos. Y no se me puede acusar de nada de eso, porque nunca lo cometí. Mi responsabilidad fue distinta. Es la de un tipo de integrante que busca un compromiso existencial. Mi responsabilidad fue hablar de falsedades como si fueran verdades. Que las creyera ciertas y fuera la tónica de algunos, nunca me ha hecho sentir mejor.

Había un matiz. Desde el principio reconocí, además de la filosofía, el contenido de esoterismo de Blavatsky y de nazifascismo, que reitero, como lo dije en el libro, que también me atrajo. Pensamiento característico de ciertos jóvenes que se rebelan ante los sistemas tradicionales y que consideran que la democracia puede ser una forma de dictadura, de 20 años creía que el nazismo era una vía válida para contribuir a un mundo mejor y que falló porque lo traicionaron. Lo identifiqué desde las primeras clases y lo vi ante mis ojos cuando entré a Fuerzas Vivas. Su ambiente de religiosidad pagana satisfacía en mí una necesidad de mística, aunque antes había hecho cosas así. La estética, pero sobre todo la tónica y los conceptos de los totalitarismos, fue algo que capté de inmediato. Por eso entiendo que lo captó Westland New Post, grupo filonazi que tomó clases en Acrópolis y de lo cual te contaré más adelante.

Llevaba algunos pensamientos que no chocaron con lo que percibía de Acrópolis, sino al contrario. Yo creía que una causa noble no podía avanzar solo con personas amables, sino que se necesitaba un ejército para impulsarla. Yo me decía que un problema era que los buenos rezan, mientras los malos los acuchillan. Se necesitaban buenos y con cuchillo. Esta perspectiva no era únicamente mía, usando otras palabras era el talante de Fuerzas Vivas, tal vez no de Brigadas Femeninas en ese estilo de fanatismo, donde excepto algunas, las demás vivían lo que consideraban el compromiso, formas que aprendías de publicaciones y que inferías de la misma existencia de los círculos internos, aunque la mayoría no veía su trasfondo y muchos podían haber estado igualmente atendiendo, mal, un bar. Cuando tuve la crisis, que fue definitoria, llevaba rato entendiendo que esa forma de actuar era inmoral y lo peligroso de alentarla cuando se le añade un componente esotérico o seudofilosófico.

Cuando llegó la hora de escribir El Gran Engaño, supe que debía hacer esas confesiones para que contribuyeran a hacer entender el contexto. Ahora profundicé para lo mismo. Para llegar a la luz, debes mostrar algunas sombras.

El después

Por lo que he vivido, además de lo presenciado, en este testimonio añado elementos que pueden serte útiles.

En algún punto del camino, aun si te mueve el impulso de ayudar a que se conozca el problema, la secta ha de desaparecer de tu vida y debes dedicarte a tus proyectos. Construyendo tu vida deslizas fuera de ella las formas de pensamiento y acción que la secta te impuso. Eres más tú que nunca, una vez que te liberas.

Ten presente que la secta siempre querrá demeritarte diciendo que estás “enojado, resentido”. Claro que estás enojado. Los sujetos te estafaron. Pero ellos intentan revertir el foco de la responsabilidad para ocultarse, adjudicándotelo. O te culpan del problema que ellos causaron. Que un grupo cometa un error y acuse a los demás de haberlo cometido, es un recurso tomado de los criterios de Goebbels.

Cuando estás saliendo de la influencia de la secta, te invito a evitar ciertos errores al gestionar la situación.

·         No analizar la experiencia y pretender que puedes seguir sin más. Uno de los errores más significativos es no reflexionar sobre lo que propició que fueras captado por una secta. Esto puede llevar a mantener los patrones de pensamiento que te colocaron en riesgo. Eso podría resultar en que vayas “saltando de secta en secta”. Es vital analizar críticamente tu experiencia y asumir tus responsabilidades. Sugiero evitar el “me enseñaron lo que no se debe hacer y se los agradezco”.

·         Comportarte con idénticas relaciones de poder que cuando estabas dentro. Al salir de la secta, es natural buscar apoyo entre quienes han dejado la organización, porque una primera sensación es que estás totalmente solo. Sin embargo, si intentas mantener las mismas dinámicas de influencia que tenías en la secta, estás perpetuando el control y la sumisión, sobre todo si vienes de una secta paramilitar como Nueva Acrópolis. Busca tener relaciones de igualdad y respeto mutuos.

·         No crear tu propia dinámica y proyectos. Una vez fuera de la secta, es importante no extender la mentalidad o ritmo de vida que tenías. Debes esforzarte por construir tu propia vida, crear tus propios proyectos y valores.

Continúo mi testimonio, con mi experiencia con el libro en 2010-2011.

Tras bambalinas de El Gran Engaño

El origen del libro es un blog donde denuncié el fraude académico del entonces Mando Nacional, Lidia Pérez López, que sin tener los estudios se dice Dra. en psicología summa cum laude, ante medios de comunicación y sociedad, porque esa es su personalidad, pero también porque Nueva Acrópolis enseña a falsear en la práctica, para conseguir sus propósitos.

Al ser Pérez López la máxima autoridad de la secta, y su comportamiento ser habitual en los mandos de Acrópolis, consideré que la denuncia daba un panorama de sus jerarquías, pero también de cómo los adeptos no se enteran de la verdad o si lo saben, lo justifican. Para que no se piense que personas con problemas son las timadas por sectas, queda claro que todos pueden ser embaucados, cuando al día de hoy, ninguna autoridad o grupo de profesionales toman cartas en el asunto, aun cuando fueron alertados.

Realicé la investigación en sitios académicos oficiales, incluso Harvard y la Sorbona, donde Pérez López afirmaba haber dado conferencias, y di pruebas de su usurpación de profesión. Después un buen muchacho de Acrópolis, hallé su foto, me envió la dirección de un sitio, decía su mensaje, contra “mis difamaciones” hacia su Mando Nacional. Visité la web con curiosidad, pero obvio, nada había. Si fue un truco para hackearme, se llevaron un virus. También, recibí invitación de Esmeralda Osuna, entonces dirigente de Acrópolis, para conversar, dijo, pero para mí era una pérdida de tiempo porque hablar con una dogmática es igual que hablar al aire.

En el tiempo previo al blog, dos Brigadas Femeninas denunciaron por iniciativa propia y buena voluntad, con Delia Steinberg, los abusos del Mando Nacional de México, Lidia Pérez. A cambio, una de ellas recibió amenazas de abogados, todavía más al relacionarlas posteriormente al libro. La invitación que se le hizo a otra de ellas, también por parte de Osuna Lafarga, fue en un marco donde sin tener pruebas la señaló de participar con Juliano y la conversación era, cito la frase que usó la dirigente, “para ayudarla a salir de su equivocación”. Estas Fuerzas Vivas reafirmaron su decisión y salieron de Acrópolis.

Sin saber aquello, bajé el blog que hice porque, aunque llegó a su destino, estaba redactado con un estilo sarcástico poco propicio para el análisis de terceros, ya que, aunque su usurpación de grado es comprobable, yo decía cosas como “doctora summa cum fraude”, lo cual me divertía, pero no era ese mi interés, sino aportar información para reflexiones. Se necesitaba más. Fue un paso en el desarrollo de mi concepto, porque pensé en denunciar a Acrópolis en sí.

Me puse en contacto con autoridades judiciales y policiales, para obtener información sobre el respaldo a quienes denuncian actividades relacionadas con sectas. La experiencia se caracterizó por ser un proceso en el que me remitieron de una instancia a otra. Uno de los agentes prácticamente me sometió a un interrogatorio, en busca de contradicciones, lo que me hizo sentir como si fuera el sospechoso, hasta que le colgué. Otro, con sonrisa cínica, me preguntó sobre mis posibles motivaciones de beneficio económico. Otra autoridad expresó su temor hacia las sectas, mientras que otro me aconsejó no involucrarme, argumentando que su experiencia indicaba que podría haber riesgo de violencia, sin posibilidad de apoyo para mí. Finalmente, en mi última interacción, decidí presentar una declaración por escrito con mi nombre, aunque me explicaron que un conflicto de palabra contra palabra no conduciría a ningún resultado positivo. Lo único grato durante este proceso fue la atención amable de una agente policiaca y otro, también atento y propositivo, que me dijo que si realizaba la demanda, ante cualquier problema podría telefonearles de emergencia, siendo un grupo conocido como Los 300. Comprobé la falta de instrumentos para actuar en estas situaciones. Decidí no buscar esos apoyos.

Me acerqué a algunos expertos para buscar asociación, pero no tuve eco. O no sabían o no podían o no querían. El más destacado fue Pepe Rodríguez, quien me dio una respuesta atropellada, soez, de nerviosismo, cuando le dije que estuve en Acrópolis. Las razones de su actitud me son desconocidas, pero me dejaron una enseñanza. Decidí no recurrir a expertos.

Posteriormente descubrí que las ONGs sí apuntalan, Red de Apoyo Inc., RedUNE, RIES. Pero por entonces, la única persona que podía narrar lo que sabía era yo mismo, no siendo el que fui, sino el que ahora era.

Los hechos, como se fueron sucediendo, me mostraron la necesidad de no limitarme a México, sino ampliar el radio de acción de lo que yo podía contar. Y que, visto el panorama, lo mejor para cubrir lo que tomaba forma en mi concepto, era elaborar un libro.

Así, llegué a esas horas de tecleo fructífero. El nombre de Juliano vino a mi mente, porque él había vivido en una creencia de la que después se alejó. Es el mayor disidente de la Historia.

En los contenidos, tuve que hacer rastreos a veces detallados, porque en Internet desde hacía tiempo estaba siendo borrada información que conectaba a Nueva Acrópolis con metas negativas. Desaparición de enlaces y eliminación de sitios web. O por el medio de intimaciones abogaciles de “cese y desista” o por hackeos u otros.

Abordé la historia de Livraga a partir del hilo que siempre tuve: presentarse como parte de una Academia Azteca de Arte que, siendo mexicano, hallas inexistente y que en esos días me fue risible. No lo vi mal pues había asimilado lo que enseña Acrópolis, “el fin justifica los medios… cuando se trata del Ideal”. No obstante, la sorprendente mentira de la Academia Azteca me hizo ruido y a la hora de trabajar el libro me puse a investigar más, hasta que organicé la información que comparto.

El Gran Engaño traza una conexión directa entre Acrópolis y los principios primordiales de su fundador, adentrándose en la controvertida cuestión del filonazismo en la secta. El libro argumenta que el filonazismo, aunque no siempre sea evidente, no puede ser ignorado y en algunos casos se manifiesta de manera explícita. Esto resalta la importancia de reconocer que incluso en Europa, muchos en Acrópolis desconocen de qué se trata cuando cantan Cara al sol, el himno de la Falange española, o la referencia a “camisas negras”, los fascistas de Mussolini y “camisas pardas”, los nazis de Hitler. Ambos nombres son usados por las Fuerzas Vivas, pero no causan efecto en los adeptos debido al adoctrinamiento, o sencillamente por la falta de información sobre la ideología y códigos asociados al nazismo y el fascismo, más allá de sus nombres.

Para una persona conocedora, escuchar “camisas pardas” le alertaría de inmediato. Por ello, fue importante para el libro colocar los emblemas de cuyas asociaciones de concepto me di cuenta por aquel entonces, así como invitar a reflexionar que tantas coincidencias son significativas, no azarosas y trazan su identidad real. Entender que la actual disminución de las manifestaciones no significa, por sí, que la era de Livraga fue solo una absurda mixtura de radicalismos e incienso. El creador y su creación no se pueden separar.

Claro, ni Nueva Acrópolis, ni nadie, es nazi, porque el nazismo murió en 1945. Tampoco son neonazis porque no hacen reivindicaciones nacionales asociadas a esas ideas. Es un filonazismo, un nazifascismo esotérico, seudofilosófico, sesgo que no le evita sus orígenes ni intenciones. No se trata de plantear la existencia de un ogro hitlerista, sino que esas doctrinas tienden hilos subterráneos que determinan el comportamiento del grupo y justifican las ideas que introyectan sus seguidores.

Las fiestas de final de año del 2010 se celebraban cuando cerraba el libro con dos test para buscar mayor objetividad en la orientación al lector, basado en elementos claves de la experiencia. El episodio de Eva y Elías, personajes ficticios, es verídico porque reúne los elementos de trayectorias en Acrópolis por dentro del esquema piramidal. Conservé el tema del Mando Nacional Lidia Pérez porque, aunque era un asunto local, lo consideré botón de muestra de la manera de conducirse de muchos mandos medios y altos de Acrópolis a nivel internacional. También me pareció importante porque generalmente los integrantes de un país no se enteran de los abusos que se cometen en otro, y esto les brindaría una ventana de comprobación. Así, por ejemplo, puede ayudarte a comprender que no es realista la idea de que Acrópolis es buena en esencia, pero que solo donde vives se echó a perder o se arruina por un dirigente o fracasa en sitios donde no se es capaz de mantener. Nueva Acrópolis es lo que Livraga proyectó y reglamentó.

Jonestown aparece porque el FBI tiene, en línea, la grabación de las horas dramáticas en que la secta en Guyana se inmola y encontré en los diálogos, en el tratar de dialogar con el abusador, en las evasivas de Jim Jones, en las refutaciones de los más fanatizados, el sistema de Nueva Acrópolis, es decir, las falacias sobre la carencia de vida personal ante la supuesta misión del grupo, la coerción en nombre de los compromisos adquiridos y la sumisión de facto a un líder. En los anexos, rescato material de meses previos que fueron, sin yo saberlo, el camino al libro.

La distribución

Una vez que tuve la obra, localicé las webs de la secta en México, además de recuperar correos de exintegrantes con los que no hablaba desde hacía mucho tiempo y una tarde hice envíos masivos. Tengo la agradable sospecha de que hubo reenvíos. Había que informar.

Lo que presenté puede generar dudas, como si el estandarte de Livraga en la forma que se describe, existe en la realidad. Lo vi en imagen impresa, a color, de al menos 120x80 cm y no solo yo lo vi. Y si se vio en México, por supuesto se vio en Europa, porque allá lo hicieron, específicamente en España, de donde provenía todo material doctrinario. Las acusaciones del filonazismo de Nueva Acrópolis no fueron invención de los medios, ni errores de apreciación. Se originaron en revelaciones que al sumarse generaron un consenso de preocupación social y política, a partir de denuncias de exintegrantes que no se conocían entre sí y que acudieron a sus autoridades, en una corriente que llegó principalmente de Bélgica, España y Francia, hasta la Comisión Europea.

Hoy, cuando vuelven las consignas fascistas y en las calles de Europa se hacen marchas de antorchas de origen nazi, vuelve tu mirada, recordarás que también se realizan en Acrópolis. Hoy, cuando abundan las escenografías de estética nazi donde estandartes se muestran a media luz y más que antes se ven brazos en alto, hoy, cuando en América se reviven insignias y conceptos de intolerancia, se va a necesitar mayor conocimiento del pasado para que no termines como un esclavo, porque una día asististe a un café filosófico o a una escuela para padres y docentes. Las sectas están llenas de abogados y de psicólogos. No es el Hitler por debajo de la alfombra, es el concepto, la mística y el método, es el someter a las personas en nombre de grandes ideales, de la la paz, del propósito e incluso del amor y la felicidad.

No se inventó en América. Seguimos los usos, costumbres, Bastiones, Almenas, boletines de Fuerzas Vivas y manuales que llegaron de Europa y ningún integrante de sus países, ni Livraga, cuando vinieron dijeron que habíamos distorsionado algo.

Cuando repartíamos volantes de propaganda, a veces sin darnos cuenta los dábamos a extranjeros. Más de una vez, se les ofreció a españoles que ponían cara de desagrado y decían “ah, no, de esto sabemos en España”. Ellos conocían algo que vivíamos, pero que prácticamente nadie del grupo sabía identificar. Y no se nos comunicó, ni se preguntó a esas personas, aunque estuvimos frente a frente. Existía un desfase en la información. Y esto también ocurre entre exintegrantes. Los desfases de experiencias y percepciones se acentuarán y a eso le apuesta Nueva Acrópolis.

El año 1945 está cerca de su centenario, ¿a qué mexicano de 18 años, a qué salvadoreño de 20, a qué argentino de 30, le parece importante para su vida presente, la existencia alguna de vez de esos totalitarismos? Aun a muchos europeos jóvenes les parecen lejanos y ellos sienten que es imposible su presencia en Nueva Acrópolis. Pero si no los conocen, y Europa tiene un problema con los regresos de la derecha radical, un día estarán viviéndolos sin saberlo, mientras plantan árboles o cuidan animales.

¿Crees que los que van a Inspira, que es una escisión de Acrópolis, saben que el grupo viene de una secta? ¿Crees que abandonaron las prácticas sectarias? Los nuevos dirían que es imposible que Lidia Pérez y Esmeralda Osuna lancen amenazas de represalias, porque nunca las han visto hacerlo. ¿Cómo piensas que se mantiene el trajín de quienes están ahí? No dejan de hablar de amor, pero con probabilidad tienen un círculo interno copiado de Fuerzas Vivas, así como Inspira es una copia del GEA que desvinculaba a Acrópolis de la imagen nazifascista y en su lugar el voluntariado social se apuntalaba. Amor y más amor, inspirado por sus dirigentes que vinieron de Acrópolis, que humillaron y manipularon a personas a grados increíbles, Pérez López que cuando se ponía furiosa en las reuniones de mandos por trabajos no realizados, estrellaba platos contra las paredes, lanzando gritos de ira que se oían por toda la sede. Hoy, cuando Inspira cumple su 10 aniversario, dirán que es imposible que Lidia Pérez saludara a gente uniformada, alzando el brazo derecho y gritando ¡Ave, victoria o muerte!

Al finalizar el trabajo del libro, rozando ya el nuevo año de 2011, me decía que habría opiniones encontradas, lo que suele suceder con un trabajo de estas características, pero lo importante era motivar el análisis valiente y personal. Yo quiero alertar, no me interesa que me den la razón. Decidí que se titulara El Gran Engaño porque en una cafetería, una tarde navideña después de tomar dimensión de lo experimentado, llegó la frase: Nueva Acrópolis, El Gran Engaño. La portada representa que la secta es la Caverna de Platón, pero que la verdad te coloca de cara al exterior.

Una vez que distribuí el libro y además lo puse un blog, sabía que el envío a Acrópolis México llevaría a la prohibición de leerlo. Por poco que conozcas de las sectas sabrás que es de esperarse. La cadena se hizo presente y los dirigentes avisaban a sus integrantes de secretaría borrar el correo, sin verlo. Pese a eso, estaba seguro que, tarde que temprano, asomarían.

Eran otros tiempos de las redes sociales. Mientras esto sucedía, hubo reseñas y subidas del libro en RedUNE, Red de Apoyo Inc. y RIES, que aprovecho para agradecer, porque fue por su iniciativa, ya que no me puse en contacto con esas ONGs por las experiencias previas con otras instancias, incluyéndolas en mi concepto sobre terceros, erróneamente, pero también al saber que una cuarta institución se había negado a dar difusión a los pedidos de apoyo de unos de los amenazados por Acrópolis con motivo del libro, en una respuesta que leí y que me pareció casi un insulto a la inteligencia.

Sé que El Gran Engaño se ha leído y me pidieron una traducción al inglés, para la que no tuve presupuesto y lo lamento. Más allá, no he tenido conocimiento exacto del apoyo que la obra haya brindado, excepto que, por el libro, Acrópolis perdió negocios en Centroamérica. Fue estar en una isla desierta y lanzar una voz al océano. Por mi parte, mi mejor deseo siempre es que le sirva a alguien. Una vida lo vale.

Reacción de Nueva Acrópolis

Ocurrió lo que sabía y me había mentalizado, las amenazas, porque quien se lanzaba por esos tiempos a algo así, entendía que llegarían las intimidaciones, sin contar con demasiado apoyo contra las mismas. Imagínate cómo era antes de existir las redes sociales. Por eso generalmente se recurre al anonimato.

Ya la secta usaba abogados, aunque era menos hipócrita y lanzaba advertencias a través de sus dirigentes, así como amenazas con intermediarios, lo que tampoco es mucha transparencia. Yo había calculado que se irían contra mí como uno de sus sospechosos, pero no quisieron buscarme, casi me siento ofendido, fueron contra otros y eso le dio un matiz distinto.

No relataré ciertos detalles porque conviene a la seguridad del asunto. Puede decirse que Nueva Acrópolis en los casos de la disidencia que se empieza a mover, además de desatar una cacería interna para saber si tienen infiltrados, porque en efecto, las dirigencias no confían ni en los suyos, también convoca a los mandos y arman un listado de sospechosos con base en su comportamiento cuando fueron integrantes y en los términos en que se fueron. La reacción inmediata es la del escopetazo. Le tiran a todo a ver quién se mueve. Además, guardan tus datos de localización. Cuando tus antes compañeros te buscan para saludarte luego de irte de Acrópolis, lo que hacen con eso es verificar que tienen tu información actualizada. El café al que te invitan es para saber lo que haces y piensas. Te hablan muy bien y al regreso dan un informe. Creen que vale traicionar tu amistad, por tratarse del Ideal.

Es posible que un disidente todavía sienta afinidad con algunos integrantes, pero es crucial comprender que ya no son tus amigos. El choque emocional llega cuando te das cuenta de que te han convertido en un enemigo que perjudica al Ideal. Se vuelven en tu contra de una manera que considerabas impensable. Los solías llamar “tus hermanos” y no creías que fueran capaces de hacerte daño, esperabas que pudieran entenderte, en especial después de lo que compartiste con ellos. Además de lo asociado con la idea del Discípulo, les prestaste dinero, les hiciste favores, conocieron a tu familia y pasaron años contigo. Sin embargo, al descubrir que te dan la espalda porque expresaste una queja o decidiste irte, te das cuenta de que la conexión era una ficción. Y el rechazo viene desde algo tan esencial como casarse con alguien que no es de Acrópolis. No hay una respuesta madura por parte de ellos, lo que te hace comprender que no puedes confiar en nadie. Se vuelve evidente que no respetan ningún vínculo anterior. Aun en los sitios donde se vive una Acrópolis más leve, la violencia aparece de diversas maneras.

Mientras yo esperaba, y cuando se puso más difícil, sabía que dentro la estaban pasando mal. Si te buscan intranquilizar, es porque ellos lo están más.

Comunicaciones

Me enteré por e-mail de presiones y amenazas, veladas o no, a algunos exintegrantes, ya que en el blog tenía una dirección de correo. Había respondido a integrantes mexicanos que deseaban mantenerse al margen, pero que estaban de acuerdo con el libro o tenían diferencias. Además, se me enviaron insultos por parte de “Caballeros” sin bandera y de “Damas” que no lo son tanto.

En enero, me planteé la pregunta sobre si habría exintegrantes interesados en denunciar, y la respuesta que obtenía era un silencio que me resultaba comprensible. Una vez que te adentras en Acrópolis, te das cuenta que no es una escuela de filosofía.

Como a la semana recibí mensajes de exFuerzas Vivas. Su tono era medido, equilibrado. Me comentaban que habían leído el libro, que concordaban y les sorprendía descubrir el sesgo de nazismo, que les había parecido lejano, porque no tenían idea de lo que hacían en ese sentido.

Uno de los mensajes, y tuve confirmación de que todos los recibidos en esa fase fueron verídicos, provenía de una exBrigada, quien me compartió que había recibido una llamada telefónica, que respondió estableciendo que no se dejaría intimidar. Por la bocina, una voz sin acento, no identificable como de Acrópolis México, supongo que, de Seguridad Internacional por el factor de la falta de acento, que era un recurso para camuflar la nacionalidad, se le dijo que “Juliano debía retirar el libro o habría represalias” contra él y contra quien recibió la llamada y que “Juliano debía ofrecer disculpas a Nueva Acrópolis y a la Maestra Lidia Pérez López”.

Ahí me enteré de la historia de las Brigadas Femeninas que denunciaron al interior de la secta.

Recibí otros mensajes de exFuerzas vivas, que no comento porque solo tuve autorización de pocos, si se daba el caso.

Así también a la semana y media de distribución del libro, la visita presencial de un valiente guerrero del Cuerpo de Seguridad que se hizo acompañar por su papá, a una de las mujeres que escribieron al Mando Mundial Delia Steinberg.

El individuo fue mensajero de la secta, no limitándose a entregar el recado, sino involucrándose activamente, al mostrar tener facultades de representación de Nueva Acrópolis. La intimidación se manifestó a través de la advertencia de que Acrópolis recurriría a abogados internacionales para demandar a la mujer, por el libro de Juliano. El sujeto le dijo “tú no escribiste el libro, pero la carta que enviaste es el nombre visible que tienen, el pool de abogados irá por ti”. No obstante, también ofrecieron la posibilidad de que la persona amenazada contara con el respaldo de uno de los líderes más comprometidos de México, para tratar de “resolver la equivocación” de la exBrigada. Nótese cómo se siguen portando como si fueran amos.

El individuo agregó que la única forma de detener el conflicto era que Juliano retirara su libro, por lo cual entendí que esa visita no podía llevarse a cabo sin saber del ultimátum telefónico, y la visita era también una intimidación. A pesar de que ella no fuera autora, ni colaboradora de El Gran Engaño, fue atacada, siendo probable que la secta estaba yéndose contra quien fuera y yo lo estaba sabiendo apenas. A esta mujer se le haría responsable de las acciones de Juliano.

Lo más grave, es que el amenazador era el esposo de esa mujer.

Nueva Acrópolis es un mundo de violencia encubierta. Es natural para ellos. Están corrompidos por la herencia de Livraga. La fachada de la filosofía y el amor se vendrá abajo tarde o temprano.

Es posible que yo no haya sabido quiénes hablaron en esa llamada amenazante, pero hasta el día de hoy, sé quiénes fueron los responsables. Son de base cuatro personas, y debido a su posición en ese momento, eran los principales autores. El que enviaran esbirros no oculta su participación.

Acrópolis y sus mandos, imposible que no lo supiera Steinberg Guzmán, los enviaron en primera línea, poniéndolos en peligro, sin importarles las posibles consecuencias. No los disculpo, ellos decidieron participar. Y es ingenuo pensar que se pueden lanzar amenazas de la índole en que lo hizo Acrópolis, sin provocar una reacción. Personalmente, no deseaba esa confrontación, ya que había personas en Acrópolis a las que apreciaba, otras que no me agradaban, pero que no les deseaba mal, y otras que no tenían relación con el conflicto. Sabía que por ese camino esto terminaría de la peor manera y que Acrópolis quedaría impune, habiendo enviado a sus seguidores a enfrentar las consecuencias por ellos.

Sin embargo, hubo otras respuestas. Descubrí, a las dos semanas, en Youtube porque no tuve mail previo, que uno de los afectados realizó una rueda de prensa para denunciar las amenazas y de paso, dar a conocer el rostro sectario de Acrópolis. Me escribió después y también autorizó a comentarlo si se requería, el que lo habían acusado de ser Juliano por mensaje de texto, y le dieron pruebas de que lo habían fotografiado en la fiesta pública de un colectivo artístico, cuya asistencia había anunciado por Facebook.

La falta de conexión entre los involucrados por la secta fue un factor característico en esta situación. Pasados unos días conocí los intentos de Acrópolis por hackear los perfiles de Facebook de estas personas, así como un robo de cuenta de correo.

Además, y esto bastante después, supe que uno de los amenazados llamó a Lidia Pérez para responsabilizarla de las amenazas y advertirle que, si continuaban hacia la exBrigada y contra él, tomaría acciones legales y policiales.

Yo había estado considerando la situación. Eran los últimos días hacia la tercera semana. En ese nivel de confrontación, la respuesta no se puede medir fácilmente. Había anticipado la posibilidad de enfrentar insultos, acoso e incluso las intimidaciones propias del escopetazo, incluso, que me identificaran y se presentaran de modo que tuviera que responder, pero mencionar contra varias personas, “represalias”, conlleva la amenaza extrema contra la vida. Se me puede argumentar que no lo expresaron de esa manera, pero eso es irrelevante. Agregar “ofrecer disculpas a la Maestra Lidia Pérez”, indica que ella estaba detrás del ultimátum y entiendo que obviamente su segunda, Osuna Lafarga, de quien deduzco debió verlo como “la defensa de su Maestra”. Frente a amenazas graves, el receptor debe interpretarlas en su peor sentido. No deberíamos dar el beneficio de la duda a una secta que emite amenazas.

La única sorpresa para mí fue que, aunque sabía que es capaz de agredir sin distinción, no creí que Acrópolis llegaría al extremo de amenazar a mujeres, además con la participación del esposo de una de ellas, en un intento desesperado por detener la circulación del libro. Casi enseguida me informaron que una noche, una camioneta con dos individuos vigiló la casa de una exBrigada que vivía sola. Yo no podía exponer a nadie a ese riesgo ni asumir esa responsabilidad.

Hice otras consideraciones. Dada la situación, más pronto que tarde yo habría de entrar en defensa, sintiéndome responsable de los riesgos no asociados conmigo, con el resultado de que se haría un escalamiento y esos, sabes dónde empiezan, pero no dónde acaban. No solo es delicado ser blanco de amenazas, sino que también es arriesgado lanzarlas. No importa si no las repiten, cualquier desarrollo revelaría sus identidades. En ese punto tomé medidas para que, si ejercían represalias contra quien fuere, aun si yo no tuviera modo de denunciarlo en persona porque me lo impidieran, muchos integrantes de Acrópolis enfrentaran consecuencias penales. Estas medidas se han ajustado a medida que los eventos se han desarrollado, por ejemplo, que, debido al tiempo transcurrido, piensen que yo creo que se les olvidó. Siguen vigentes hoy en día.

El comportamiento de los que lanzaron los ultimátum es resultado del aprendizaje de la derecha radical, que influye en las Fuerzas Vivas, aunque no lo sepan. Para esas ideologías toda respuesta a una oposición ha de ser silenciada con violencia. Típicas marionetas de los sistemas autoritarios son los Fuerzas Vivas. El fanatismo bajo la máscara de idealismo les inyecta impresión de invulnerabilidad. Además, creen contar con el respaldo de la estructura internacional de Nueva Acrópolis, ingenuamente, ya que, en situación grave, serían abandonados y lo presentarían como iniciativa de integrantes aislados, fingiendo desconocimiento en la dirección de Acrópolis.

¿Por qué asumieron que Juliano no respondería al mismo nivel? ¿Fue debido al autoritarismo que caracteriza su entorno y que los hace pensar que los exintegrantes son similares a los adeptos, a quienes manipulan y amedrentan? ¿Cómo saben que Juliano no estaría dispuesto a recurrir a la violencia? Pensé que si esos ultimátum eran al azar o querían obligarme a revelar suponiendo que me enteraría, yo no lo haría en sus términos. Incluso, con mis propios prejuicios adquiridos en Seguridad, podría haber ido a la sede o filiales ya no en solitario o contactado directamente a los portadores de las amenazas, para desafiarlos a un encuentro sin intermediarios.

Por eso reflexioné: esto podría salirse de control y causar daño a alguien en ambos lados. No era lo que buscaba. Además, comprendí que ello pondría en mayor riesgo a quienes me habían escrito. Por eso, en el blog, compartí la historia de las amenazas que he mencionado se me permitió compartir, y bajé el libro.

Las amenazas cesaron a las tres semanas, entiendo que por bajar el libro, pero también porque Acrópolis recibió advertencias de acciones por vía legal y policial.

Y sucedió algo que ni yo anticipé. Con su ataque, la secta dio promoción a la obra. A los dos días de bajado, lectores desconocidos por mí subieron El Gran Engaño de nuevo a varios sitios web y de ahí se multiplicó la difusión, sin que Acrópolis hiciera nada, causándome la satisfacción de que había tenido eco.

Por la intermediación de una ONG enterada del caso por la circulación del libro, la Red de Apoyo Inc., la situación reverberó en medios periodísticos nacionales ese año y condujeron a que Nueva Acrópolis México fuera investigada por iniciativa de la revista Vice, quien la infiltró durante tres meses en 2014 y obtuvo el testimonio de un exintegrante de Seguridad https://www.vice.com/es/article/4w9d89/el-hombre-que-escapo-de-nueva-acropolis-308-v7n1, así como la entrevista a otro por el reportero Ozaeta https://www.ivoox.com/nueva-acropolis-secta-disfrazada-organizacion-cultural-audios-mp3_rf_4772082_1.html. Cabe pensar que fue porque el libro los animó a ser más explícitos, pero mi deseo es que fueron reacciones personales de rebeldía ante la prepotencia de la secta. También investigó a Nueva Acrópolis el muy importante semanario político Proceso, como parte de su artículo Las sectas en México: Fe y fanatismo, especial número 47, del 2014.

El reducto más profundo

Esos días extraños de verdades y silencios de hace 12 años me dieron el sabor de un hecho clave: mantener el mensaje. Fue así porque era una época difícil para México en materia de seguridad pública.

Por otra parte, en lo que se limita estrictamente a mi persona y vida, era propicio considerar que la secta podía terminar por tener mi identidad con certeza y ejercer las represalias en su sentido más extremo, aún más porque no me retracté y no ofrecí disculpas a Nueva Acrópolis, ni a su Mando Nacional en México, Lidia Pérez López, como lo habían exigido.

No me retracté y no lo hago ahora. No lo hice porque, aunque no es agradable que te amenacen, estaba en mi cálculo que ocurriría y me sentía moralmente preparado. Desde el año pasado lo había decidido. En el momento del tropel de esas semanas, haciendo la salvedad de lo que ya conté sobre terceros, a los que decidí mantener a salvo desde lo que me atañía, me quedé con que no iba a dar la espalda a lo que viví y vivieron otros, donde se encuentren y aunque nunca los conozca.

Llegado el momento complicado que esperas, es un poco difícil, pero jamás, pero nunca ofrecería disculpas a quienes han dañado de innumerables formas a otros seres humanos, pues el hecho irrefutable es que Nueva Acrópolis es una secta, es decir, un elemento de perversión social que rompe tejidos familiares y comunitarios, que extraen, usan y dañan, por lo que algunas vidas no se recuperan, en nombre de la filosofía, la espiritualidad y el voluntariado.

Después del libro

Decidí hacer aportaciones. No conocía temas de Acrópolis en otros países e inicié una investigación para acercar al público a ellas. De ese modo:

·         Traduje el artículo, que no se conocía en español, La Aristocracia fascista de Nueva Acrópolis, de Harry Westerlink, de la publicación holandesa Glebaderte Archief. Esta traducción ha sido republicada en varias web desde entonces, https://studylib.es/doc/9029094/la-aristocracia-fascista-de-nueva-acrópolis

·         Ese mismo año, escribí La Secta Destructiva Nueva Acrópolis, con el nombre de Lancelot, ya que ese personaje mítico-literario fue leal a la idea de la justicia. El libro es de información operativa, no de análisis, primero lo publicó RedUNE y las demás han sido lectores https://docplayer.es/31398388-La-secta-destructiva-nueva-acropolis.html

·         En 2013 participé en el hilo de Foro Comunista, “Secta filonazi Nueva Acrópolis”, https://comunistas.superforo.net/t17950p75-secta-filonazi-nueva-acropolis, en donde en la página 4 entró Yiannis Garantzotis, quien reveló que fue dirigente en Tesalónica y que escribió un libro, el cual considero que debería ser traducido del griego. Por cierto, Garantzotis señaló que Pinochet usaba un tipo de capa en su uniforme que, dijo también era usada por las Fuerzas Vivas.

·         En el blog de Garantzotis, encontré las fotografías de Livraga realizando mudras al juramentar a Giorgios Planas, así como las imágenes de los encapuchados en la cripta, entre otras, que compartí ampliamente luego de traducir sus notas del griego.

·         En ese hilo de Foro Comunista, sorprendí a algunos al compartir información de WikiLeaks sobre Acrópolis, la cual divulgué a ONGs.

·         Sucede que la policía belga investigó a Acrópolis por permitir que un grupo filonazi llamado Westland New Post utilizara sus instalaciones para reunirse, alternándose unos en la mañana y otros por la tarde. Westland New Post se disolvió tras el asesinato de su líder y su implicación en un homicidio durante su “entrenamiento”.

·         Se destacó que un elemento de Westland New Post declaró que para ser admitidos debían tomar un curso de seis meses en Nueva Acrópolis. Considero que refiriéndose al Probacionismo. Además, mencionó que dos pertenecientes a Westland enseñaban artes marciales en Acrópolis, a la que describió como una “escuela de filosofía de extrema derecha”.

·         El mismo declarante informó que en Nueva Acrópolis había personas uniformadas y un servicio de seguridad, como se detalla en el informe policial en WikiLeaks, página 578, en https://file.wikileaks.org/file/paul-latinus.pdf

·         Ya no citando el reporte, se sabe que filonazis como el conocido “88” de España, han tomado el Probacionismo o Curso Introductorio de la secta, razón que los hizo conocerse, lo que resalta la naturaleza de adoctrinamiento de ese llamado curso y el filonazismo, que los interesados saben identificar.

·         La falta de conocimiento sobre la conexión entre Nueva Acrópolis y Westland New Post, tanto interna como externamente, subraya la opacidad que rodea a la mayoría de sus integrantes. A pesar de señales de intolerancia en su comportamiento y diálogos, muchos no son capaces de reconocerlas.

La unión necesaria

Viendo la evolución, me doy cuenta que existe algo así como una “vieja escuela” de la secta, de la cual, enfoques de los disidentes se confrontan con el pensamiento hegemónico presente, pero es natural. En Nueva Acrópolis México, como sin duda en otras partes, hubo una diferencia grande entre los integrantes de la primera época y los de las inmediatamente siguientes, hasta en la forma de hablar.

Siendo así, sin duda que 66 años de una secta crean generaciones y lo mismo para sus disidentes. Pero la información, de acuerdo con los escenarios cambiantes a los que se adapta Acrópolis como estipuló Livraga, debe mantenerse, intercambiarse y analizarse o al final se perpetúa lo que se desconoce que existe, es decir, si no se mantiene la información sobre Acrópolis y las facciones que de ella han derivado, seguirán afectando, porque las nuevas generaciones no sabrán lo que son, se acercarán ingenuamente como tantos otros desde hace más de medio siglo.

Somos parte de la Historia, nuestras acciones al respecto de lo vivido en Acrópolis afectarán o beneficiarán a las siguientes generaciones, ¿las dejaremos a su suerte?

Como exintegrante vinculado a esa “vieja escuela”, término que utilizo no para asociarme con ella, sino para contextualizar la época en la que muchos vivieron estos acontecimientos, “vieja escuela” que ubico antes de la RIM del 2000 en Atenas, donde empezó la reducción de las expresiones nazifascistas, es decir, una vez que Livraga hubo fallecido, considero que podría elaborar un ensayo desde la historia de las ideas. Este ensayo podría explorar la transformación hacia una ideología con tintes nazis en Acrópolis, así como su proceso de aparente distanciamiento, mientras se mantiene una doctrina totalitaria.

Como he dicho, buscando información de denuncias en el aniversario del sacrificio del presidente Allende, encontré el blog donde lees este testimonio y te invito a que leas todos, son de personas valientes, causándome gran admiración la convocatoria que se alcanza hoy. Es una labor que merece mayor proyección, porque no se trata de “destruir” a una secta, la secta no es importante, sino las personas que pueden ser dañadas.

Por mi parte, considero que los debates son interminables y no me involucro, porque el estudio de las sectas es de gran envergadura, y si es en lo personal requiere conocimiento, introspección y valor para reconocer lo que pasó desapercibido. De primera instancia, se necesita valor para aceptar que tu visión fue la misma que la del grupo. Segundo, se necesita una depuración racional, después memoria y finalmente atar cabos, entonces dejas de discutir superficialmente, sobre todo de discutir con integrantes, porque lo hacen desde la base de falacias y de consignas, pretenden adoctrinarte y de ahí viene el choque. Hay capas al interior. Se puede estar y no ver nada. Aún más, se puede elegir no ver nada.

El “yo no vi eso”

Así mismo me interesa testimoniar lo siguiente. He escuchado en ocasiones la respuesta a algo grave que se vivió, que se formula como “yo no vi eso”, y considero importantísimo comentarte sobre ello.

Cada vez que dices, por lo que sea que otro cuente, “yo no vi eso”, estás diciendo que no lo viviste o que te sorprende, de acuerdo, pero piensa que si reaccionas así, en automático, para desautorizar la veracidad de un testimonio, es probable que, aunque no lo creas, sigas viendo el mundo desde la perspectiva de la secta, si continúas utilizando las mismas palabras, si eres el mismo dentro que fuera, si cuando convives con amigos exintegrantes quieres comportarte como si todavía fueras dirigente o si tu forma de emitir juicios es intolerante. Si es así, pregúntate si no estás reviviendo el cuadro, sin observar lo que en realidad pasaba a tu alrededor, las actitudes, los indicios de la naturaleza de Acrópolis. Si es así, siempre dirás “yo no vi eso”.

Cuando dudas o dictaminas que no es cierto con “yo no vi eso” o escuchas con talante de fiscal, invalidas el testimonio de quienes te están diciendo lo que vieron y vivieron, los haces culpables de malinterpretar o de mentir, y lo haces tomando tu conocimiento parcial como una totalidad, solo por una ausencia del ejercicio de escuchar y considerar, contribuyendo a que la memoria colectiva se pierda. ¿Sabes qué es lo peor? Que colaboras con el objetivo de la secta de que se olvide y que, con ese olvido, se borre su responsabilidad.

En alguna ocasión hablé con alguien de los primeros tiempos en que se formó Acrópolis, y he de decirte que su encono hacia la Teosófica y su noción de cumplir una misión, más su autoritarismo, eran mucho mayores que las del tiempo donde estuve. Fue hablar con alguien marcado por los aires del Ariel. ¿Sabes qué es? Por ahora te digo que el modo de expresión del individuo, sus convicciones, duras, cerradas, su tono de desafío, pese a todo lo que yo sabía me resultó un poco incomprensible, y entiendo que lo que comento, aunque no tenga esas características, suene irreal a algunos, pero no te engañes. Los alcances de este asunto plantean un debate social muy importante sobre la naturaleza de la verdad y la mentira en las organizaciones. Las ideas del fundador no quedan atrás, son la naturaleza misma de un grupo, imborrables porque son la base fundacional de su pensamiento y acciones, todavía más en una secta militante como Nueva Acrópolis.

Llegó el tiempo de ser felices

Describo lo siguiente porque es el desenlace que se configuró en El Gran Engaño. El suceso es un laboratorio de las relaciones de poder y de sometimiento que ocurren en Nueva Acrópolis, en cualquier punto de la geografía, aunque adopten formas diferentes.

Las celebraciones en Nueva Acrópolis México por el retiro del libro les dio un sabor a victoria y la satisfacción de “haber defendido a su Maestra Lidia” … gusto que les duró poco más de un año.

Si yo quisiera actuar como esotérico, diría que fui profético. En la página 132 del libro digo que “el karma cíclico de las desbandadas de Acrópolis está por cumplirse otra vez”. Cuánto no quisiera yo decir que consulté los Archivos Akáshicos, pero esos pertenecen al portal dimensional del opio del esoterismo, porque se trató en realidad de la observación sociológica de las dinámicas grupales. Las premisas del libro marcaban que por las relaciones de poder y de ambición, se provocaría tarde o temprano que la gente se fuera en masa. Sobre todo, las premisas apuntaban a que Lidia Pérez acabaría teniendo un problema con la secta.

Si alguien cree que lo sucedido en México no fue del conocimiento de Europa, está errado. Si cree que solo ocurre en América porque considera que los procesos son distintos, con menor progresión y avance, está profundamente errado. México y sus mandos son un botón de muestra del mundo. Ya ha sucedido en otros países, porque estimular el culto al poder hace las veces de catalizador de las ambiciones personales.

En los altos niveles de Acrópolis internacional no recibían con agrado a Lidia Pérez, pero la mantuvieron porque ocupaba un sitio alto en la pirámide jerárquica y Livraga les enseñó que eso era intocable. Esa creencia permitió que una usurpadora les robara su estructura.

Se sabía que Lidia Pérez aspiraba a ser Mando Mundial de Acrópolis y cuando se enteró que no lo sería, probablemente tuvo una crisis por envidia a Beatriz Diez Canseco. En el libro se narra cómo Lidia Pérez de manera paulatina colocó en posiciones de decisión a quienes le eran fieles. Conforme avanzaba el proceso, creó una nueva estructura, suya desde la base del ascendiente, aunque hoy esa estructura, Inspira, tenga una directora que también fue Hachada en Nueva Acrópolis.

Le bastó dar el siguiente paso: apenas dos años después de la aparición de El Gran Engaño, Lidia Pérez en compañía de Esmeralda Osuna se comunicó con Delia Steinberg para decirle que México se separaba de Nueva Acrópolis.

Machetazo a caballo de espadas. Ese cisma fue tal cual el del joven Livraga para justificar la separación de la Sociedad Teosófica o apropiación de una estructura local, que no se dio porque lo expulsaron. La diferencia es que Acrópolis no pudo expulsar a Lidia Pérez, porque ella dio el paso primero. Es la ruptura, cisma o “independencia”, acto al que todas las sectas que se escinden recurren para hacer aparecer como ética, la usurpación que viene.

Lidia Pérez dijo a los integrantes en una siguiente reunión especial, que Acrópolis había perdido su camino y que “ya no eran felices en Nueva Acrópolis”, que ella iba a seguir manteniendo el Ideal, sin guardias de Fuerzas Vivas, sin la filosofía, sino quedándose con lo “bonito”, “el gozo”, “la felicidad”, tan demeritados con anterioridad, invitándolos a seguirla. El panorama se matizó cuando en cada sede, uno a uno se llevó a cada miembro frente a un hosco jurado en el que le hacían declarar quedarse en Nueva Acrópolis o irse a su nueva agrupación. Ahí estaba la primera muestra de su nueva libertad y felicidad.

Como Pérez López había colocado mandos fieles a ella y no a la secta, acomodado la estructura a sus intereses y aumentado la presión coercitiva sobre los integrantes para que la obedecieran, el 90% de éstos abandonó Nueva Acrópolis. Acto seguido ordenó retirar los rótulos de los locales y colocar los nuevos, ya preparados, con el nombre de Inspira. Ese grupo es un GEA, sin la fachada de la filosofía.

En efecto, el nuevo grupo no es un ente aparte. Inspira es una facción de Nueva Acrópolis.

En México, la realidad es que Nueva Acrópolis apenas sobrevivió, porque de la noche a la mañana su lugar fue ocupado por Inspira, la cual se quedó con los locales, la biblioteca y probablemente se quedó con los estandartes de Fuerzas Vivas.

Con esto, las premisas planteadas por El Gran Engaño se cumplieron, a saber:

·         Nueva Acrópolis es una secta que utiliza el adoctrinamiento, la intimidación, el chantaje emocional y la explotación económica para controlar a sus adeptos y hacerlos obedecer ciegamente a sus líderes o a los que identifica como tales, inculcándoles una doctrina que los aleja de la realidad y los convierte en sus esclavos.

·         Perfil común en los mandos de Acrópolis, Lidia Pérez López es una mitómana compulsiva, que inventa su currículum, sus logros, sus experiencias y sus conocimientos, que engaña a los medios de comunicación, instituciones académicas, público y sobre todo a sus adeptos, y que carece de escrúpulos para conseguir sus metas económicas.

El libro no solo documentó lo que ocurre en México, sino que es posible transpolar su información, por ejemplo, la historia de Eva y Elías, a cualquier país del globo, y por otra parte corrobora las denuncias que se han hecho, principalmente en Europa.

No tan rápido

Este otro punto es revelador de Nueva Acrópolis en su conjunto. Lidia Pérez López justificó su separación de Acrópolis argumentando que ya no cumplía su propósito y que sus integrantes ya no encontraban la felicidad en ella. Esta afirmación resulta impactante, dado que, durante años, pero todavía un mes antes de fraccionarse, Pérez López había defendido a Nueva Acrópolis presentándola como una institución humanista y filosófica que brindaba formación integral y una visión trascendente de la vida. Ella había refutado las acusaciones de Juliano.

Entonces, ¿cómo es posible que Lidia Pérez López haya experimentado un cambio de opinión tan radical con respecto a Nueva Acrópolis? ¿Cómo es posible que le diera la razón a Juliano sobre que Acrópolis era un grupo perjudicial? Y aún más intrigante, ¿cómo es posible que el 90% de los integrantes la hayan seguido sin cuestionar? Más: los Fuerzas Vivas que permanecieron en Acrópolis, ¿cómo no tuvieron la gallardía de la que alardeaban, para defender “el puesto que tenían allí”?

En un programa de radio apareció gente de Inspira, desprestigiando a Nueva Acrópolis. Había algo disonante, chocante en esos testimonios orquestados o confesiones tardías. Algo vergonzoso. No me malinterpretes pensando que defiendo a la secta. Me refiero a que quienes sostuvieron hasta la fatiga extrema a Acrópolis, hasta la quiebra financiera, ahora la denigraban. Ahora era un fraude. Solo porque ella se los dijo. Su Ideal era lo máximo y lo abandonaron en minutos. La enseñanza tan repetida de guardar el compromiso hacia el Ideal y no hacia la persona, convenientemente la hicieron a un lado. La falta de coherencia fue la señal de que estaban resquebrajados por dentro.

Por otro lado, los que optaron por permanecer en Nueva Acrópolis no son mejores, no se les puede reconocer ni la virtud de la lealtad, porque no defendieron lo que era suyo. Tampoco tienen la virtud del filósofo, a saber, la de hacerse las preguntas correctas. No mostraron una pizca de autocrítica en relación con lo que los llevó a esa situación. Ni así fueron capaces de cuestionar su obediencia, ni de evaluar sus acciones y menos de rectificar sus actitudes. Obedeciendo las órdenes de Nueva Acrópolis de ver lo externo como un peligro, se negaron a escuchar otras opiniones, a aceptar evidencias. Fueron incapaces de cuestionar a su lideresa. Se conformaron con su ignorancia y se resignaron a su desgracia.

En lugar de reconocer que habían sido engañados y despojados, afirmaron públicamente “recuperamos nuestra casa”, como si se tratara de una victoria. Como si fuera su mérito. Y después que les quitaron su patrimonio como grupo, su identidad, su cohesión, una vez en la calle, los filósofos que jamás comprendieron nada, solo pudieron decir “recuperamos nuestra casa”.

Reflexión

En todo esto hay un elemento que me hace dar un poco vueltas la cabeza. No estoy diciendo que sea correcto. Sucede que a veces no puedes dejar de rememorar. Al menos tres de los de Seguridad en la época del libro hubiéramos armado un San Quintín por la cuestión del despojo. Peor si es verdad que les quitaron los estandartes de Fuerzas Vivas. De haber ocurrido en la época del libro, yo mismo habría ordenado atrincherarse. Habría vociferado en esa reunión que el título de Maestra no valía nada. Quienes vivieron la usurpación, no tuvieron el valor para defender lo que tanto decían enorgullecerles. En su lenguaje, se dejaron robar los dioses.

Y cuando recuerdo el episodio de la violencia que invocó Nueva Acrópolis por El Gran Engaño, confirmando con ello la verdad del libro, más el quiebre de su estructura en México y la creación de la facción Inspira, entiendo que ayer, hoy y mañana, todo se resume en manejos de carácter mafioso.

En Nueva Acrópolis no hay honor, no hay respeto, no hay filosofía, no hay humanidad, no hay amor del que tanto hablan. Al final se quitan las caretas y sin máscaras revelan que únicamente se trata de su patética ansiedad por el caballero don dinero. Los humanos no cuentan. Sus intereses están en los negocios y en los negocios a veces se gana y a veces se pierde. Aquí no hay buen ladrón. Se fueron a Inspira los pudieron amenazar a una mujer y a otros que nada tenían que ver, luego de protegerse en ser numéricamente más, para luego cambiar y traicionar.

No sorprende, porque hay una razón. Eso pasa porque el llamado Ideal es una ficción, porque Nueva Acrópolis incapacita para reaccionar. Está el fenómeno por un lado del cinismo en quien usurpa, por el otro, del adoctrinamiento en los que se van o se quedan, porque cada uno actuó por estar adoctrinado, independientemente de la dirección que tomara.

El adoctrinamiento o proceso de control de pensamientos, emociones y comportamientos, trabajado a lo largo del tiempo, hace que, por la lógica de Nueva Acrópolis, sus seguidores obedezcan a quien tenga el bastón. Por tanto, cuando Pérez López los amedrentaba de  criticar a Acrópolis, todos callaban con temor. Pero cuando afirmó que ya no eran felices, los demás simplemente repitieron sus palabras como discurso orquestado o confesión tardía, sin reflexionar sobre sus experiencias o quizá era la oportunidad de su libertad ficticia, porque en el extremo del pensamiento sometido, ahora el amo era amoroso.

Tú no eres un águila acropolitana, ni un Hombre Nuevo. Tú para Nueva Acrópolis no significas nada. Nueva Acrópolis no ha de significar nada para ti. Si te invitan, no entres.

 

Conclusión

Doce años después de haber compartido El Gran Engaño, constato que la alerta sobre las sectas debe seguirse haciendo. Las sectas perviven, pero todavía más, están quienes generación tras generación dan su testimonio y sucederá que no muy tarde, la consciencia será lo suficientemente amplia para que no sea fácil ser captado.

La historia de Nueva Acrópolis sirve de ejemplo impactante de cómo las sectas pueden manipular y perjudicar, incluso a ellas mismas, porque carecen de valores. También ejemplifica cómo la ausencia de reflexión puede obstaculizar la capacidad de reconocer problemas. Por lo tanto, es fundamental estar alerta ante los signos de una secta. No renuncies al don que la vida nos dio y por el que somos seres humanos: el pensamiento crítico y la solidaridad.

Haz tu vida, vive tus proyectos, no les debes nada, la consciencia de lo que no se debe hacer es tuya, no te la dieron ellos. Hay un camino para ti, para el que no necesitas Maestros que te dicten lo que debes pensar, porque lo que quieren pensar por ti, desean ordenarte que hacer. No los necesitas. Tú eres el creador de tus horas.

¿Existe un Gran Engaño? Sí, pero hay algo mejor. Es la hora de la Gran Verdad.

 Juliano el Apóstata

(Desde RedUNE agradecemos este gran testimonio,muy revelador de la realidad sectaria de NUEVA ACROPOLIS)

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