Ambrosio Perea ¿Psicólogo o manipulador? : aísla a jóvenes pacientes en vez de ayudar.

                                    

La profesión de psicólogo conlleva una enorme responsabilidad, especialmente cuando se trabaja con jóvenes en el tránsito de la adolescencia a la adultez. Es una etapa en la que legalmente alcanzan la mayoría de edad, pero aún no poseen estabilidad emocional, experiencia vital ni la capacidad para evaluar profundamente la influencia de figuras de autoridad. Justamente ese momento de vulnerabilidad se ha convertido cada vez más en blanco de abuso.

Ha llegado a nuestra redacción un caso que nos genera seria preocupación, es el del psicólogo Ambrosio Manuel Perdomo Perea. Parte de su trabajo consiste en orientar a personas que acaban de cumplir la mayoría de edad – jóvenes que buscan apoyo, comprensión y seguridad, pero se conocen casos que tras pasar por su consulta, la supuesta ayuda que ofrece se ha convertido en una dependencia emocional y mental hacia este terapeuta.

El patrón observado incluye:

- separación de la familia, pareja y amistades, 
- rechazo de los valores y planes de vida previos, 
- desarrollo de una fuerte dependencia de la opinión del terapeuta, 
- y pérdida de la capacidad de tomar decisiones por sí mismos.

Lo más preocupante es que todo esto ocurre bajo el disfraz de una “orientación psicológica”, donde se le transmite al joven que todas sus relaciones anteriores son dañinas y que su familia representa una amenaza.

Los jovenes que apenas están iniciando su vida adulta, buscando su lugar y su identidad, muchas veces es su primer contacto con un terapeuta. En lugar de fortalecerse, experimentan una pérdida progresiva de integridad personal, desarrollando una relación idealizada con el terapeuta – lo que los especialistas llaman el “complejo mesiánico del terapeuta” y que nada tiene que ver con una práctica ética de la psicología.

También se observan indicios de:

- manipulación de información sobre la situación familiar, legal o administrativa del joven, 
- ruptura de vínculos emocionales sin una elaboración emocional saludable, 
- abandono de oportunidades académicas o profesionales bajo influencia ajena, 
- y control del acceso al terapeuta, lo cual profundiza aún más la dependencia psicológica.

Según expertos en protección psicológica, esta práctica no solo viola el código ético del psicoterapeuta, sino que puede tener consecuencias duraderas en la salud mental y el desarrollo social de los jóvenes.

Para que una terapia psicológica funcione es necesario un tiempo prudencial para que se hagan efectivos los cambios que se han propuesto en forma de tareas. Pero en este tipo de patrones de manipulación la utilización del tiempo es utilizada para generar una dependencia invisible, un rapto progresivo y sutil.

Esa ambigüedad genera en el paciente la sensación de que aún no está listo, que debe esperar, que todavía no entiende, que aún no es el momento. De esa forma, se crea una dependencia del terapeuta como único que sabe cuándo todo estará bien – aunque ese momento nunca llega.

Por otro lado, los jóvenes están preocupados por su independencia y por su futuro. Así se trabaja la independencia en la consulta, pero, ¿desde cuándo la independencia tiene que ver con abandoner a sus familias? Esta sería una independencia disfuncional tal vez no deseada por el paciente. Crear la ilusión de independencia es el disfraz perfecto que utilizan los manipuladores: mientras externamente parece un camino hacia la libertad y madurez, internamente ocurre lo contrario – pérdida de autonomía y construcción de una dependencia.

A los jóvenes se les repite que deben liberarse emocionalmente, hacerse independientes, romper con todo lo que los ata al pasado – pero detrás de ese discurso no hay verdadera independencia.

Los que trabajan en este tema desde hace muchos años, y en concreto en RedUNE, conocen y se da testimonio de que desafortunadamente la consulta de un psicólogo puede ser un lugar de manipulación y control. Dentro de este entorno es común conocer casos de jóvenes que justamente estaban “trabajando en su independencia” terminaron siendo cada vez más dependientes del terapeuta, de sus indicaciones, de su ritmo de comunicación y de su aprobación emocional.

La psicóloga Laura Merino, advierte que este comportamiento se asemeja mucho a una forma de adicción similar al consumo de sustancias psicoactivas:

– Existe una apariencia de control, pero la persona pierde la capacidad de funcionar sin esa relación. Ya no se trata de independizarse – es una dependencia emocional, muchas veces extremadamente difícil de romper – afirma Merino.

Frases como “este es tu camino”, “tú decides solo” o “necesitas un poco más de espacio” crean la ilusión de que el joven está construyendo su identidad – cuando en realidad cada uno de sus pasos ya está moldeado por una voluntad externa.

Miguel Perlado, uno de los principales expertos españoles en grupos destructivos y control psicológico, señala el complejo mesiánico del terapeuta, cuando este se convierte en la fuente de verdad, sentido y decisión para el paciente:

– Cuando el terapeuta asume el rol de autoridad absoluta, se borran los límites entre ayuda y control.

El profesor Omar Saldaña, especialista en abusos psicológicos y discursos manipuladores, advierte que en el caso de los jóvenes “es muy fácil confundir la sugestión con el pensamiento propio”, especialmente cuando alguien les ofrece una falsa sensación de seguridad y comprensión, mientras en realidad los está separando sistemáticamente de sus fundamentos personales.

Otra técnica que los expertos identifican en estos casos de manipulación terapéutica es el uso de “tareas” entre sesiones. El uso de tareas es algo frecuente y deseable dentro de una terapia psicológica, pero en estos casos se vuelven una herramienta de manipulación. Aparentemente son deberes para el “progreso personal”, pero en la práctica se convierten en herramientas para medir obediencia y aislar al paciente de la vida real.

Cuando el joven intenta involucrarse en el trabajo o retomar contacto con personas de su entorno anterior, estos intentos se interpretan como “sabotaje de las tareas”, “desviación del camino” o “amenaza al proceso”. El terapeuta entonces cambia su tono – de aparentemente comprensivo a controlador – y presiona al paciente a “volver a la tarea”.

– Es un caso típico de redirección de lealtades, donde el terapeuta se convierte en fuente de reglas, y todo lo demás – trabajo, familia, amigos – es catalogado como interferencia – afirma Miguel Perlado.

Podemos concluir que la profesión de psicología utiliza técnicas de persuasion, en un sentido positivo para el paciente, pero que esas mismas técnicas podrían utilizarse para beneficios personales del psicólogo. Es ahí cuando la relación paciente psicólogo toma un tono que nada tiene que ver con la terapia psicológica ni con la ética que este refiere. Este tipo de relación no es algo frecuente, pero existe un porcentaje de psicólogos que utilizan el entorno terapéutico para desplegar sus alas manipulativas, como veremos en el siguiente caso.

¿Y quién protege a nuestros hijos?

En el contexto más amplio del abuso profesional en el trabajo con jóvenes, vale la pena recordar también el caso de Juan Jorge Iván Pérez Peña, fundador de la organización ACAPASIL, arrestado por delitos relacionados con pornografía y prostitución infantil.
En la prensa española se le conoce como “el depredador de 47 años nacido en Telde”.

Muchos jóvenes que se movían en estos entornos estaban convencidos de haber encontrado apoyo y comprensión – para después ser expuestos a influencias peligrosas bajo la apariencia de “ayuda”.

Estos casos demuestran lo crucial que es establecer límites, verificar fuentes y no creer en todo mensaje bien envuelto sobre el empoderamiento.

Este caso demuestra cuán peligroso puede ser un psicólogo cuando se esconde detrás del prestigio de la profesión para beneficios personales.

¿Existe algún control? No.
¿Hay supervisión independiente sobre el trabajo de los psicólogos? No.
Seguramente no por parte del Colegio Oficial de Psicólogos, la institución que debería velar por la ética y proteger a los pacientes. Su pasividad, secretismo y tendencia a proteger a sus miembros ya son conocidos.

Basta recordar que Juan Jorge Iván Pérez Peña, psicólogo arrestado por delitos relacionados con pornografía infantil, fue decano de dicha institución en 2014 – en aquel momento, el decano más joven de España.

Mensaje a las víctimas: la verdad no se impone – se reconoce

Los expertos advierten: cuando el terapeuta se convierte en la única fuente de opinión, cuando las decisiones solo se toman con su aprobación, y cuando todas las demás relaciones son vistas como “tóxicas” – eso ya no es terapia.

Si algún joven que está leyendo este texto se reconoce en estas palabras – eso no es debilidad, sino fortaleza.

La primera señal de despertar es la duda.

REDUNE  dedicada a combatir la manipulación psicológica, invita a todas las personas con información, experiencia o documentación sobre el trabajo del psicólogo Ambrosio Perea a comunicarse de forma confidencial:

REDUNE – redunecontacto@gmail.com
WhatsApp/Telegram.- 607 09 61 74 -

 

Cada mensaje será tratado con estricta confidencialidad.

Tu testimonio puede ayudar a proteger a otros y contribuir a revelar patrones de abuso que permanecen ocultos al público.

Si te reconoces en este texto, o sientes que “algo no está bien”, recuerda:

No estás solo.

 

 

 

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