centro privado (instituto europeo alfi
30.11.2025 11:33
Esta es mi experiencia en un centro privado (instituto europeo alfi) de rehabilitación de adicciones donde llevo más de seis meses de tratamiento, incluidos tres meses y medio de ingreso.
Desde el inicio he observado prácticas que me generan dudas importantes sobre la mala praxis, el abuso de debilidad y la manipulación emocional, tanto hacia mí como hacia mi familia. Os resumo los puntos principales:
- Ausencia total de un plan terapéutico claro. A día de hoy no sé en qué fase del tratamiento estoy. He solicitado varias veces un plan definido y siempre se me ha negado.
- Restricciones prolongadas y desproporcionadas, incluso ahora en la fase ambulatoria: no puedo vivir sola, no puedo ir a comprar, no puedo acudir a una cafetería y tengo limitada mi autonomía cotidiana pese a llevar más de seis meses de abstinencia.
- Presión y dependencia familiar. Mi familia ha recibido información parcial y sesgada, que ha generado miedo y dependencia del centro. Esto está afectando mi autonomía, mi economía y mi vida diaria.
- Humillaciones en grupo. Durante el ingreso sufrí una crisis provocada por una burla pública hacia mi sobrepeso y hacia mi trabajo en el ejército. Ese episodio marcó un antes y un después en mi confianza.
- Estancamiento intencionado. Veo numerosos pacientes con tiempos de tratamiento extremadamente largos, sin altas, y con dinámicas que más que favorecer la recuperación parecen perpetuar el vínculo con el centro.
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Mensajes contradictorios y coacciones veladas. Algunas normas parecen orientadas a generar sumisión, miedo a “salir” del sistema y rechazo a cualquier opinión externa
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Fianza retenida:Pagué 1.000 euros de fianza al inicio del tratamiento y el centro se niega a devolvérmela hasta que ellos decidan mi alta, aunque ya cumplo las condiciones acordadas. Considero que esta retención funciona como un mecanismo de presión económica y control, no como una garantía real.
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Información facilitada a mi familia sin consentimiento:El centro ha proporcionado a mi familia información sobre mis terapias, mis avances y mis supuestos estados emocionales sin mi autorización, lo que ha generado desconfianza hacia mí y ha creado dependencia emocional y cognitiva de mi familia hacia el centro, reforzando su control sobre mi proceso.