DENUNCIAN HUMILLACIONES DE PARTE DE CATEQUISTAS NEOCATECUMENALES.
Primera denuncia formal que hace una familia al arzobispado de Valencia.
“Si Stefano y Letizia se equivocan , el Espíritu Santo pasa a través de ellos, si hacen daño con sus actuaciones, es voluntad de Dios y lo ha permitido por vuestro bien.” Además, entre los propios miembros de la misión era habitual escuchar comentarios tales como: "El párroco nos persigue" o "lo importante es lo que digan mis catequistas, no el Obispo".
-A finales de abril de 2017 se celebró la boda de nuestro hijo mayor, en la que todo se desarrolló con normalidad y recibimos felicitaciones por parte de nuestros hermanos. Sin embargo, poco después de la celebración, llega hasta nosotros una orden contundente por parte de Don Stefano y Doña Letizia, nuestros catequistas, de que a partir de entonces sólo se permitirá una botella de vino por mesa en las bodas para que:“No ocurra lo mismo que en la boda de S… y T…”.Esto fue impactante para nosotros, pues no teníamos ningún conocimiento de que algo malo hubiese ocurrido.
-Tras la celebración de la boda de nuestro hijo mayor, acudimos a un encuentro de los miembros de la misión celebrado en la capilla del seminario Redemptoris Mater de Taiwán, en la que aprovechamos para preguntar por la nueva instrucción que habíamos recibido todos los misioneros a raíz de la boda de nuestro hijo. En este momento empezamos a vernos realmente atacados y violentados verbalmente por parte de Don Stefano y Doña Letizia, los cuales con gritos y delante de todos los demás hermanos presentes nos dijeron:
“¿Tus hijos no estaban borrachos? ”
“Estás seguro de que no estaban borrachos? ”
“Tus hijos son unos borrachos”
Nosotros en todo momento respondemos que nuestros hijos no estaban borrachos y que simplemente se trataba de una situación de alegría para familia y amigos, pero nadie sale en nuestra defensa y nos sentimos profundamente afectados ante los miembros de nuestra misión. Testigo de estos hechos es el párroco Sr. Calogero Orifiana, quien pudo presenciarlos en su totalidad.
-Tras el incidente, comenzamos a cuestionarnos qué estaba sucediendo, momento exacto en el que nos comunican que el Sr. Calogero, el párroco, deja la misión puesto que “no se había dejado ayudar por Stefano y Letizia” y “quería destruir la misión”. Este fue el segundo momento en el que nos sentimos profundamente apartados por el resto de nuestros hermanos de misión, pues cuando se nos convoca en reunión a mediados de julio de ese mismo año, y salimos en defensa del Sr. Calogero, volvemos a recibir como respuesta un silencio sepulcral por el resto de misioneros sin ningún tipo de explicación ni justificación. Una vez terminada la reunión, pasamos todos los hermanos a un ágape en el que de un momento a otro nos encontramos nosotros solos en el comedor, como si estuviese así planeado, con el rector José Eugenio González Navarrete, con el sacerdote Pablo Tovar (formador en el seminario R.M.), el sacerdote Gregorio Cianferoni (hijo de Stefano y Leticia) y el sacerdote Daniel Riquelme, que trataron de “convencernos” de que todo lo que hacían Stefano y Leticia era por nuestro bien.
-Tras este nuevo suceso comenzamos a pensar que nos ocurriría lo mismo que al Sr. Calogero por habernos enfrentado a Don Stefano y Doña Letizia, por lo que tras haber hablado en diversas ocasiones sobre la situación con José Ignacio Serquera, sacerdote responsable del equipo, sin obtener resultado, decidimos contactar con nuestro párroco en España, en busca de ayuda para regresar, el cual nos dice que debemos permanecer en Taiwán para proteger la fe de nuestros hijos, y así hacemos hasta el siguiente suceso. También ponemos en conocimiento de nuestro responsable en España los hechos acaecidos hasta el momento a través de varias cartas, especialmente en una dirigida a nuestra comunidad en septiembre de 2017.
-A mediados de octubre de 2017, comienza un nuevo curso y somos invitados como de costumbre a la convivencia de inicio de curso, tras la cual somos requeridos por parte de Don Stefano para hablar con nosotros. Dos días después de haber finalizado la convivencia acudimos a la reunión en la que estaban presentes Don Stefano y Doña Leticia, el Rector Don José Eugenio González Navarrete, el sacerdote Don Ottavio, el sacerdote Don Pablo Tovar, Don Tiago Alves Do Santos, vicerrector del seminario, Don Enmanuelle (catequista laico) y un joven (casado con la hija de Don Stefano y Doña Leticia) encargado de apuntar lo que se decía en la reunión.
Nada más llegar ya somos violentados verbalmente por Don Stefano:
“¿Qué pasa con vosotros?”
Durante las siguientes dos horas y media de reunión se producen todo tipo de ataques verbales, presiones y gritos por parte de Don Stefano y Doña Letizia e incluso por parte del sacerdote Don Ottavio, los cuales quedaron anotados.
Doña Leticia continuamente increpaba:
“Eres una mala madre”
“¡SOBERBIA!, cállate, eres una mala madre, mira cómo educas a tus hijos, por eso tus hijos están como están, nosotros estamos rezando por ellos”
Don Stefano por su parte nos gritaba:
“Queréis destruir la misión”
“Nos odiáis, os vamos a echar de la misión”
“Tú, que eres tonto, dejas que tu mujer, que está loca, dirija la familia... Así están vuestros hijos”
Doña Leticia a su vez, continuaba diciendo mientras cruzaba el brazo de forma violenta en dirección a Doña S…:
“A ti lo que te pasa es que nunca te han dado un bofetón”
“Eres una maleducada, tu padre nunca te ha dado un tortazo bien dado por eso hablas con esa soberbia”
Tras más de dos horas soportando toda clase de ataques, nuestra única respuesta era que queríamos continuar en la misión y que nosotros no les teníamos odio. A partir de ahí, interviene el rector Don José Eugenio González, diciendo que nos iba a traducir por si había confusión por el idioma, ya que Don Stefano y Doña Letizia son italianos. En ese momento comienzan nuevas presiones, pues el rector Don José Eugenio González nos dijo:
“Ellos son vuestros catequistas. Vosotros sois pecadores, el pecado os ciega, no os deja ver; y ellos, que son vuestros catequistas, ven que los odiáis”
En todo momento respondemos que no hay odio en nosotros, y que por tanto no lo vamos a reconocer, a lo que continúa insistiendo Don José Eugenio González:
“Para eso estamos aquí, para obligaros a que lo digáis”
Acto seguido Don Stefano nos vuelve a decir:
“Nos odiáis, no os dejáis ayudar... os vamos a echar de la misión”
El sacerdote Don Ottavio, una vez más, al ver que decíamos que no había odio en nosotros:
“No podéis hablar así a vuestros catequistas, soberbia, ponte de rodillas y pide perdón... ¡te vas a ir al infierno!”
Don Stefano, finalmente, viendo que no nos dejábamos “ayudar”, da por concluida la reunión imponiendo:
“Os tenéis que ir de la misión, no habéis hecho el Camino Neocatecumenal bien, tu marido, que es medio tonto y no dice nada, deja que tú, que estás loca, gobiernes la casa ... Si os he ofendido en algo, os pido perdón”.
Durante toda la reunión la forma en la que se referían a nosotros y nos gritaban todos los presentes eran realmente agresivas, el ambiente absolutamente insufrible, y se acompañaban de caras de auténtica furia, de estar fuera de control, y los gestos físicos eran desproporcionados, llegando incluso a ponerse Doña Letizia justo delante de nosotros pareciendo que le iba a dar una bofetada a Doña S...
-Tras lo acontecido, decidimos aguardar para preservar la fe de la familia tal como nos recomendó nuestro párroco, hasta que por fin nuestro responsable de la comunidad se pone en contacto con nuestro catequista de España para poder comprarnos billetes de ida y vuelta para pasar las vacaciones y poder hablar con nuestros catequistas españoles sobre la situación. El miércoles 4 de julio de 2018 volvemos a España por vacaciones, muy ligeros de equipaje con el fin de poder llevarnos a la vuelta a Taiwán numerosos productos de nuestro país, y nos hospedamos en casa de la madre de Don J... T... M... ya que no disponíamos de una vivienda propia.
-Ya en España, el sábado 7 de julio de 2018 nos reunimos con nuestro párroco y equipo de catequistas para poder informarles de todo lo acontecido hasta el momento. Comienza la reunión y Don José Ignacio Prats, tras preguntarnos qué había pasado en la boda de nuestro hijo, sin dejarnos contestar y sintiéndonos totalmente indefensos nos dice:
“No hace falta hablar más, la decisión está tomada: ¡Os quedáis!”
Nosotros tratamos de explicarnos y decir que queremos volver a Taiwán, toda nuestra vida está allí junto con nuestros dos hijos mayores que no habían vuelto por vacaciones junto con nosotros, y nuestra obligación con el Camino, a lo que nuevamente la respuesta es negativa y despreciativa:
“¿Qué queréis, que me deje yo el Camino? La orden viene de arriba y os quedáis”
“El que obedece no se equivoca”
Esta decisión, al parecer, fue tomada después de recibir una llamada de Don Stefano hacia Don Nicanor Martínez, sacerdote responsable del Camino Neocatecumenal de la región de Levante, transmitida por Don José Ignacio Prats, Don José Maria Bueno y Don Fuensanta, avalada por Don Ramón Crespo.
-En septiembre de 2018 Don Jesús Carrillo, seminarista en el momento del incidente de octubre de 2017, nos visita en España con un amigo, y hablando de la situación, nos dijo: “sé por lo que estáis pasando ya que yo oí como os chillaban desde fuera en el seminario”.
-A partir de la reunión, puesto que se nos ordena obedecer, nos quedamos en España a pesar de no tener trabajo, casa, plaza en el colegio para nuestros hijos, ni una forma de sustentarnos, y ni tan siquiera equipaje suficiente, puesto que para nosotros “desobedecer las órdenes era impensable”. De esta forma, sintiéndonos totalmente abandonados y presionados, continuamos en el Camino en la parroquia de … en España.
-Finalmente en octubre de 2019 y debido a nuestra situación económica y nuestro desamparo, fuimos recogidos por Cáritas parroquial de la parroquia del Buen Pastor y pasados a Cáritas diocesana como familia en riesgo de exclusión social de urgencia. Desde entonces, vivimos en el edificio parroquial de la parroquia del Buen Pastor y continuamos a día de hoy al servicio de la Iglesia.
Toda la situación que nuestra familia ha tenido que vivir nos ha supuesto un profundo daño, puesto que en primer lugar, tal y como se ha manifestado, hemos tenido que soportar un aislamiento brutal e injustificado por parte de los que han sido nuestros hermanos en el Camino durante todo este tiempo, así como el desprecio que esto ha supuesto para nuestra familia, pues hemos dedicado toda nuestra vida y la de nuestros hijos como misioneros al Camino y a la Iglesia, sin percibir retribución por ello, sin seguridad social y con desplazamientos territoriales, en condiciones frecuentemente deplorables, y sin nada más que nuestra fe, y a pesar de ello se ha actuado sin respetar nuestros derechos.
Además, hemos sido presionados por aquellos que debían ser nuestro mayor apoyo, tratando de hacernos creer que no somos merecedores de nuestra fe.
Nunca fuimos escuchados cuando pedimos ayuda, y de últimas se nos dejó totalmente desamparados y abandonados en España, en una situación de pobreza extrema a sabiendas de que nuestra vida dependía de la Iglesia y de lo que teníamos en Taiwán al ser misioneros, y de que por supuesto no teníamos forma de sobrevivir en estas condiciones junto con nuestros diez hijos, ocho en España y dos que quedaron en Taiwán.
Todos estos actos han sido realizados por personas a las cuales les hemos entregado nuestra vida y hemos servido desde hace 25 años sin esperar nada a cambio más que respeto. La huella psicológica de todo lo sucedido es imborrable.
Por todo lo expuesto anteriormente y teniendo por presentado este escrito en base a los hechos relatados,
SOLICITAMOS, que habiendo presentado este escrito, se sirva a admitirlo, con las manifestaciones que contiene, dando así información de lo acontecido y con el objeto de reparar al estado anterior, se tomen las medidas pertinentes, por ser de Ley y Justicia que respetuosamente rogamos en …