Effetá retiro católico para jóvenes

 

Las imágenes de un grupo de jóvenes que estaban celebrando el fin de un retiro de Effetá bailando y cantando Madre Tierra de Chayanne en la explanada de Cuelgamuros –anteriormente denominado Valle de los Caídos– han situado estos eventos católicos en el foco mediático. “Sales por las nubes”, reconoce uno de los participantes. Aunque no todas las experiencias son positivas; también hay quejas por cambios de actitud y comportamiento tras pasar por el retiro. “Volvió siendo otra persona”, recuerda María sobre una amiga de su infancia.

Effetá es un retiro para jóvenes católicos al que únicamente se puede acudir una vez en la vida como participante. Arranca un viernes por la tarde y termina el domingo. En esas 48 horas de convivencia y de actividades conjuntas los asistentes están desconectados de su entorno. No tienen acceso al móvil. “Vivimos muy atorados con los quehaceres diarios y eso no nos permite desconectar para tener un encuentro con nosotros y con Dios”, justifica uno de los coordinadores provinciales de estos retiros la apuesta por la desconexión digital.

48 horas de convivencia

Lo que sucede en esas 48 horas es un misterio. Se recomienda a los asistentes que no detallen en qué consisten las actividades que han realizado. Los participantes entrevistados por elDiario.es son fieles a ese compromiso y no desvelan el programa del retiro. “¿Por qué te voy a explicar en qué consiste el retiro? Si lo que hay que hacer es vivirlo”, explica Pablo (25 años), que se acercó a Effetá hace cinco. Aclara, además, que el secretismo no se impone porque “se haga algo raro”. “Es simplemente porque la experiencia vale mucho más que las palabras”, zanja. 

Hay una mística que rodea a Effetá y que ha atraído a centenares de jóvenes. En su página web se definen como “un retiro testimonial y experiencial”. En redes sociales, como TikTok, hay numerosos vídeos de participantes eufóricos cantando en la misa que pone fin al encuentro el himno de la convivencia o canciones de cantantes comerciales, como la que entonaron los de una parroquia madrileña en la explanada del Valle de Cuelgamuros. 

Este no es el único fenómeno que ha surgido con fuerza entre la juventud católica española. En los últimos años asociaciones como Hakuna, que también da nombre a un grupo de pop cristiano, han conseguido abrirse hueco y seducir a este colectivo. “Mi percepción es que estos movimientos pegan muy fuerte. Se dirigen a un público joven, con un formato atractivo y ofrecen encuentros y quedadas”, explica el psicólogo Miguel Perlado. La vuelta a la normalidad tras la pandemia, con el retorno a la socialización de grandes grupos y el desconfinamiento, podría justificar la irrupción de movimientos religiosos como estos retiros, según Perlado.

Caminantes y servidores: los participantes de Effetá

Influidos por ese misterio que hay alrededor de Effetá, la mayor parte de los participantes que han accedido a ser entrevistados lo realizan pidiendo que no se publique su nombre ni la parroquia en la que se inscribieron para realizar el retiro. Nacho (nombre ficticio) explica que este encuentro ofrece la posibilidad de “llegar a Dios desde lo personal”, a diferencia de “los retiros de los jesuitas o del Opus Dei, que son mucho más espirituales”. 

Entre los participantes de Effetá hay dos categorías: los caminantes, aquellos asistentes que realizan esta actividad por primera vez, y los servidores, que ya han participado en los ejercicios y aportan su experiencia. “Caminé hace tres años y después he servido cinco veces”, explica Nacho. Los servidores son también jóvenes que acompañan a los novatos a lo largo de los dos días del retiro. “Te conducen a base de sentimiento, el domingo llegas eufórico [a la misa final]. Ese ambiente de ánimo y de entusiasmo va creciendo según avanza el retiro. El vídeo del Valle de los Caídos debe ser del final [el último día]”, añade. 

A Nacho los bailes de un grupo de Effetá en la explanada de Cuelgamuros le han parecido “una falta de respeto”. En la misma línea, se manifiesta Rafael (nombre ficticio), que considera que esa actuación “ha sido irresponsable”. “Se han hecho cientos y cientos de retiros de Effetá y nunca se ha creado una polémica así”, apunta este joven universitario. Él no es creyente. Se inscribió en este evento por pura “curiosidad” ante el secretismo que rodea al retiro y las buenas referencias de personas cercanas.

Las parroquias madrileñas que organizan retiros en la Hospedería del Valle de los Caídos no han querido valorar las polémicas imágenes, tras las consultas realizadas por elDiario.es. En la web que recopila el calendario semanal de estas actividades juveniles tampoco hay ningún pronunciamiento ni valoración de los cánticos y bailes de sus caminantes y servidores en Cuelgamuros. 

Cada retiro está vinculado a una parroquia

En su página web, Effetá se define como “una agrupación de parroquias y personas” que organizan estas escapadas y “las financian con sus propios medios”. Cada retiro está vinculado a una parroquia. Según explican varios entrevistados, la coordinación y celebración de estos encuentros no está centralizada a través de una organización jerárquica. Uno de los coordinadores provinciales consultados por esta redacción asegura que estos eventos tienen “máximo respeto a los lugares de culto”, aunque no se muestra crítico con los bailes de sus compañeros en Cuelgamuros. “Creo que se está tergiversando la situación”, se limita a apuntar. 

“Es un tipo de cristianismo guay, del que no hace daño o, al menos, no se presenta tan radical como otros grupos tipo HazteOir, y suponen un síntoma de la Iglesia que viene”. Así definía, con cierta sorna, un obispo que esta semana ha participado en la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, las imágenes virales al ritmo de Chayanne. Desde la jerarquía eclesiástica se reconoce que, en esta ocasión, la liturgia que acompaña a la misa final del retiro “se les ha ido un poco de las manos”, sobre todo, “por el lugar en el que se ha hecho”. 

Effetá –que en hebreo significa Ábrete– nació en Colombia y llegó a España en 2013. Los participantes entrevistados por esta redacción explican que cuando lo afrontaron como caminantes lo vivieron como una experiencia muy emocional. “El centro del retiro es Dios. Lo que ahí se vive y se experimenta es amor”, apunta Pablo, que insiste en que ha conocido a participantes que “han salido con mucho amor en su corazón” para ellos y “para transmitir a los demás”.

Aunque las fuentes consultadas aseguran que no existe una organización que se encargue de coordinar los retiros que promueve cada parroquia, sí que se facilita “una guía muy básica de cómo debe ser la preparación al retiro y una guía de cómo deben ser las dinámicas del retiro”, indica Sandra, que ha coordinado varios encuentros de este tipo. “Esta guía es la misma desde que se creó Effetá en Colombia y se intenta ser lo más fiel posible a como se pensó originariamente”, añade.

Cambios de actitud tras pasar por el retiro

El psicólogo Miguel Perlado, coordinador del grupo de trabajo sobre derivas sectarias del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, alerta sobre posibles “comportamientos sectarios” de algunos movimientos que han irrumpido con fuerza entre los jóvenes católicos. A lo largo del último año ha atendido en su consulta, según reseña, a tres familias preocupadas por el cambio “súbito” de sus hijos tras pasar por Effetá. “Aquí no todo vale, para las vocaciones religiosas es necesario un tiempo, una maduración. No se pueden acelerar los procesos”, señala. 

María (nombre ficticio) también narra un “cambio bestial” de una de sus amigas de la infancia después de que esta acudiese al retiro durante su etapa universitaria. “Volvió de Effetá siendo otra persona”, relata. Otra amiga que realizó con esta joven el retiro confirma que “estuvo rara” al volver de este evento. “De repente empezó a haber una desconexión con el grupo de amigas, porque pasaron a estar mucho más centradas en actividades de la Iglesia y, sobre todo, de Effetá”, añade María.

Tras esa primera experiencia continuó profundizando en retiros, ya no solo de este movimiento, comenzó a frecuentar misas de la “corriente carismática” y tras un proceso que duró años terminó siendo monja. “Fue cambiando sus expresiones, su forma de hablar, su sonrisa. Dejó de ser la amiga que conocíamos”, apunta.

En estos retiros se han producido conversiones, según explica Sandra, aunque también destaca que ha participado gente “que no creía en nada y se fue el domingo igualmente sin creer”. Por eso defiende que el paso por esta convivencia también puede ser “un empujoncito para el cambio personal a mejor”. “El retiro no te cambia, diría que simplemente puede ayudarte a abrir los ojos en ciertos aspectos de tu vida y a ver las cosas de otra manera que a lo mejor no habías visto hasta ahora, a tomártelo diferente”, indica.

Perlado explica que en las conductas que ha analizado hay “cambios prototípicos”, como la decisión de abandonar el entorno previo, tanto actividades como amistades, para relacionarse únicamente con “la gente de Effetá”. En los casos analizados este entorno religioso poco a poco va “monopolizando más el tiempo” y “el espacio mental”. El sentimiento de pertenencia al grupo y los cánticos juegan un papel relevante. “Son elementos que mueven muchas emociones”, apunta Perlado. 

Emaús, el retiro para mayores de 30 años

Ese cambio tras el retiro también fue percibido por Natalia (nombre ficticio). Su experiencia no está vinculada a Effetá, sino a Emaús, la sección de adultos de estos encuentros católicos. A diferencia de los de jóvenes, los retiros dirigidos a mayores de 30 años se segregan por sexos. A los pocos meses de fallecer su madre, su padre se apuntó junto a otro compañero viudo a uno de estos encuentros. “Le llevé en coche. Le dejé el viernes y el domingo recogí a una persona totalmente diferente”, relata. “Nos dijo que había sido el día más feliz de su vida. Me pareció insultante”, añade. 

Ella y sus hermanos acudieron a la misa que ponía fin a este encuentro porque su padre les había pedido que fuesen. Le hacía ilusión. Más de un año después de aquella eucaristía, Natalia recuerda el “shock”, no solo de ver a su padre “como en una nube” y en “otra dimensión”, además de una eucaristía muy testimonial, donde “todo el mundo estaba llorando”. “Yo era incapaz de empatizar con ellos. Veía a gente con problemas gordos –dando su testimonio– y pensaba que esa no era la solución, que esa persona estaba mal y tenía que ir al psiquiatra o al psicólogo”, apunta. 

El cambio continuó, la vuelta a la rutina no conllevó una vuelta a la vieja normalidad. Se alejó de sus amistades y comenzó a ordenar su vida alrededor de las reuniones de Emaús. “Rompió con la vida que había tenido junto a mi madre. Él decía que le hacía mucho daño ver al grupo de amigos con los que quedaban juntos”. Su vinculación con ese entorno religioso duró un año, poco a poco se fue desentendiendo. “Se aburrió y dijo que ya estaba harto de las misas”, cuenta Natalia. 

Por Emaús han pasado famosos y políticos, entre ellos, la marquesa de Griñón e influencerTamara Falcó y la expresidenta del PP del País Vasco María San Gil. Este encuentro, dirigido a mayores de 30 años, también se celebra un fin de semana. La dinámica es similar a la de Effetá: se recomienda el secretismo y se apuesta por la desconexión digital. “Consiste en un montón de charlas y testimonios de personas que han tenido unas vidas complicadas y han encontrado a Dios o se ha apoyado en él”, explica Jimena (nombre ficticio), que acudió a uno de estos retiros.

Habituada a las jornadas espirituales que organiza el Opus Dei, para esta mujer la experiencia en este retiro fue positiva. “Lo bueno que tiene Emaús es que cuando termina el encuentro no te persiguen. No hay ninguna obligación [de seguir vinculada], ni ninguna tipa que te vaya a escribir a ver qué tal te va la vida y te vaya a llamar por teléfono”, explica

El evento se dividió entre los testimonios que se pronunciaron el sábado y los del domingo. Los del primer día “eran todo dramas”. La segunda jornada termina, igual que en la versión juvenil, con una misa, en la que hay “mucho canto y mucho baile”.

“Se les ve con una alegría muy auténtica”, reseña esta mujer, que al igual que los participantes de Effetá consultados por esta redacción realizan un balance positivo de su paso por el retiro y aseguran que no han vivido conversiones aceleradas ni cambios de comportamiento entre las personas que han conocido en estos encuentros. “La vuelta del retiro es como volver de un viaje, luego, entras en tu rutina y se te olvida”, sentencia una de las asistentes.

Laura Galaup / Jesús Bastante

El diario

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