LA DIFICIL SALIDA DE UNA SECTA: "El líder te manipula por poder, dinero y sexo"

 

 

"Es como si cogieran tu corazón, lo rebozaran por la mierda y te lo tiraran a la cara". Así describe Susana (nombre ficticio) su sensación meses después de salir de una secta a la que había dado todo: dinero, corazón, tiempo y alma. Mikel Nájera perteneció desde los 4 años hasta los 29 años a los Testigos de Jehová y se sintió "como dejado en el desierto" cuando lo expulsaron por adulterio. María (nombre ficticio) no sabe nada de su hijo desde hace tres años y medio, cuando un gurú lo apartó de la familia y lo convenció para mudarse a otra zona de España.

Los tres han sido víctimas de las sectas destructivas o coercitivas, que se caracterizan por un "liderazgo indiscutible que emplea técnicas de manipulación abusivas, que explotan a sus miembros para coartar la libertad", según el psicólogo especialista en sectas y vicepresidente de la Asociación de Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP), Jose Miguel Cuevas. En ellas, el "gurú o líder siempre es narcisista y cosifica a la persona", explica. Son casos como el de Patricia Aguilar, la joven alicantina que regresó a España en agosto tras permanecer captiva más de un año en Perú engañada por el príncipe Gurdjieff. 

Pensar en sectas es imaginar "curanderos con túnicas", ritos religiosos o esotéricos, "las típicas de los años 80", explica el presidente de la Red de Prevención Sectaria y el Abuso de la Debilidad (RedUNE), Juantxo Domínguez. Pero "los grupos sectarios son un abanico amplísimo, van desde lo vicioso a lo místico"

En la actualidad, las nuevas sectas destructivas en España se nutren de la salud, las terapias psicológicas y las pseudociencias. Son las denominadas "sectas 2.0", según las define el abogado Carlos Bardavío Antón, autor de la tesis Las sectas en Derecho penal: Estudio dogmático de los delitos sectarios y abogado de exadeptos de grupos sectarios. En ellas, se "distorsiona la realidad, se vende algo sanador sabiendo que es falso". Barvadío pone como ejemplo a "niños autistas y con síndrome de Asperger a los que les venden agua marina para sanarles".

 

En la actualidad, las nuevas sectas destructivas en España se nutren de la salud, las terapias psicológicas y las pseudociencias. Son las denominadas "sectas 2.0", según las define el abogado Carlos Bardavío Antón, autor de la tesis Las sectas en Derecho penal: Estudio dogmático de los delitos sectarios y abogado de exadeptos de grupos sectarios. En ellas, se "distorsiona la realidad, se vende algo sanador sabiendo que es falso". Barvadío pone como ejemplo a "niños autistas y con síndrome de Asperger a los que les venden agua marina para sanarles".

 

Manipulación por el "poder, dinero y sexo"

Manipulación, dominio, control, explotación, abuso, coacción: son el modus operandi de una secta. Aunque no todos incurren en abusos sexuales, Cuevas destaca que "si se controla el sexo, se controla a la persona". También puede haber control a través de la alteración de la vida íntima de una persona, el celibato, la asignación de una nueva pareja entre los adeptos u otras prácticas sexuales.

Una adepto se mantiene en la secta engañado. Por una "carcasa externa" que engancha porque "el líder tiene planes que se basan en manipularte por tres cosas: poder, dinero y sexo", describe Susana. 

Los grupos sectarios normalmente "no piden nada y te dan mucho. Cuando una persona adquiere compromiso, han creado dependencia, una vinculación. Creen que si no actúan de determinada manera, el mundo se va a acabar", explica Cuevas. Es lo que presenció Susana, que asevera que "nadie en su sano juicio iría a una secta para acostarse con el líder". Pero una vez dentro, a fuerza de control mental, sugestión, "un proceso de aleccionamiento, de reforma del pensamiento y nuevos criterios", muchas mujeres lo hacen y terminan arrepentidas porque creen que van a vivir "experiencias sobrenaturales o a evolucionar". Mikel también vivió sugestionado durante años: no podía celebrar cumpleaños, navidades y otras fiestas ni relacionarse con personas ajenas a los Testigos de Jehová.

Un grupo sectario "da una versión de la realidad y te dice que cuando la puedas digerir, la entenderás", señala Cuevas. La primera técnica es el aislamiento y después se evalúan "las necesidades, los deseos y se genera una dependencia". Precisamente, Mikel tampoco podía estudiar en la universidad porque "no quieren que pienses, quieren de ti todo el tiempo para predicar y que vaya más gente". También ha visto morir a personas por no permitir transfusiones de sangre.

El perfil del adepto: ni débil, ni tonto

En España no hay un observatorio dedicado a las sectas y es difícil estimar cuántas hay. Jose Miguel Cuevas tiene "150 registradas" pero no descarta que haya más. Juantxo Domínguez llegó a detectar entre 300 y 350 hace años, "aunque ahora la cifra ha decaído". Se adaptan, ahora emergen a través de las redes sociales y desde allí ejercen el control. "Todos los días aparece algo nuevo", subraya Domínguez. El martes, la asociación recibió en unas horas seis llamadas relacionadas con "grupos evangélicos, grupos relacionados con la bioneuroemoción o con grupos relativos a la pedagogía".

Exadeptos, víctimas y expertos coinciden en la necesidad de desmitificar viejas creencias sobre las sectas: no son necesariamente grupos multitudinarios -el hijo de María está captado junto a otras tres personas y dos niños- y las personas captadas "no son débiles psicológicamente" ni "tontas". Afirmar que un adepto se une a una secta por vulnerabilidad o debilidad es "un mecanismo defensivo", dice Cuevas.

Cualquiera puede ser captado, atraído al pasar por un mal momento, como el hijo de María; por el "bombardeo de amor" de los compañeros que atrajo a Susana, o la búsqueda de un "gancho": pasión por el yoga, un curso de cupcakes, grupos de meditación, entre otros. "Entras porque ese grupo tiene algo que a ti te interesa" y "no te dicen que es una secta destructiva, que te van a arruinar la vida", explica a RTVE.es. 

Según datos recopilados por Cuevas, el "80% de los adeptos a las sectas presentan estudios técnicos a niveles superiores". Hay de todo tipo: abogados, médicos, funcionarios, estudiantes y personas más marginadas. El requisito para atraer a una secta es la "inteligencia, la flexibilidad intelectual". "Buscan a personas brillantes con la capacidad de enriquecer al grupo. Pocas van a buscar personas que no les aporten beneficios", explica. Ahora atiende "entre 40 y 50 casos al mes" en el centro de Marbella. Según sus cifras, el 20% de sus pacientes presentan adicciones a las sectas pero los familiares vinculados también requieren terapia psicológica.

La salida: el shock y el choque con la realidad

Mikel Nájera se casó muy joven con un miembro de los Testigos de Jehová y años después confesó su propia infidelidad. Fue sometido a un "juicio interno" por los ancianos (pastores) del grupo. Allí vivió una "humillación", porque le preguntaron incluso por las "posturas sexuales" empleadas en la infidelidad. Aunque lo expulsaron y les imploró para que no lo hicieran, le advirtieron: "Vuelve rápido, porque si viene el Armagedón, te va a destruir". De haber vuelto, tendría que haber pasado entre "tres o cuatro meses acudiendo a reuniones en las que nadie te habla". 

Cuando Susana percibía maltrato psicológico y físico y dudaba, el "maestro" argumentaba que era una fase más en su "evolución espiritual". "Te vas metiendo en una espiral de manipulación" y miedo donde entran en juego "coacciones: 'si te vas, te va a dar un infarto'", cita como ejemplo. Esa duda era "satanás", según explicaba el líder.

Después de la terapia con psicólogos, al salir de una secta "tu cerebro te sigue haciendo sentir muy culpable", dice Mikel, que perdió el contacto con todo su entorno, a excepción de su madre. Coincide Susana, para quien fue difícil porque "estás ciego, eres una marioneta y el adoctrinamiento te lo impide". A su salida, se sintió "rematadamente mal, en shock" y "desconfiaba de todo". Y a los que se quedaron, "te venden como un satanás para que no puedas abrirles los ojos".

Otras personas no consiguen escapar, como el hijo de María, separado de su familia tras escapar con un gurú que lidera un grupo enfocado en la ayurveda (medicina tradicional hindú). María dice que lo tienen "bastante aislado", que va del trabajo a casa y de casa al trabajo. Cuando ella conoció al gurú, se le presentó como un amigo que le dijo que tenía que darle "gran parte" de su sueldo". "Es un abuso de la debilidad", porque entonces él pasaba por un mal momento.  

Además de adoptar su forma de hablar, su vestimenta y alterar su comportamiento, el gurú "le reescribió la historia, le decía que las cosas buenas que habíamos hecho por él eran malas". Pasado un tiempo, perdieron todo contacto con él y aún tratan de revertir la situación que tanto ha dañado a su familia. "Era demasiado tarde cuando nos dimos cuenta. Son psicópatas que disfrutan siendo sádicos con sus víctimas", dice, mientras denuncia la "falta de legislación" porque "a los políticos les da igual y no son conscientes del problema".

"Reformular la legislación"

Carlos Bardavío representa a exadeptos de sectas y propone reformar la legislación para que casos como el de Patricia Aguilar sean juzgados como "delitos muchos más graves". Según su investigación doctoral sobre las sectas en el Derecho Penal, este tipo de delitos se juzga ahora "como se hacía la violencia de género hace 40 años". "Muchas veces son producto de mofas en policías, en el juzgado", dice, precisamente porque no hay un delito "claramente diferenciado que diga que esto es un delito" y hay "confusión entre jueces".

Bardavío llevará al Congreso en las próximas semanas una propuesta para "reformular la legislación"  y propone incluir un delito de "persuasión coercitiva" más moderno. "El caso de Patricia Aguilar va a ser importante para avanzar y que la sociedad entienda que es otro tipo de violencia", subraya.

 

Reportaje de rtve (Por PALOMA DE SALAS )

 

 

 

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