Mi experiencia con la Terapia Biogestalt.

No fue buena, y mirando en retrospectiva, me siento estafado, engañado y dañado. Fui por una crisis de pánico y acabé en terapia durante 11 años, y diez años más tarde varios psicólogos me dicen que tengo secuelas por aquella experiencia.

La Terapia Biogestalt, fue creada por el psiquiatra Antonio Asín Cabrera, que entra en prisión el 4 de Enero de 2022. Con consulta en Tenerife y reconocido solo por parte de sus seguidores (los cuales le llaman maestro), no por parte de la comunidad médica, es condenado con 7 años de prisión por abusos sexuales continuados a una paciente. Según la sentencia, entre otras cosas también se dedicaba a suministrar diferentes sustancias disociativas vía intramuscular, con diferentes fines, a diferentes personas en terapias grupales.

Este Psiquiatra con 40 años de ejercicio, crea hace décadas el Instituto de Biogestalt en Santa Cruz de Tenerife, un instituto en el que por desgracia acabé y esta es mi historia, muy parecida a la de personas que durante años han transitado por este lugar, por medio de la enorme red de Terapeutas y psicólogos que con sus pacientes, lo nutren.

Fui en busca de ayuda.

Era muy joven, a los 21 años una mañana al ir a clases del grado que estaba estudiando, sufrí un ataque de pánico. Jamás había sentido nada igual, me asusté mucho, tanto que al día siguiente antes de acudir al centro volví a sentir lo mismo, era algo muy violento y que no entendía. Al cabo de dos semanas estaba recluido en casa, el mero hecho de salir por la puerta me generaba muchos mareos, tenía un miedo enorme a lo que me estaba pasando. Mi pareja y mi familia estaban muy preocupados. Pedí ayuda y mi círculo cercano me recomendó un psicólogo en mi ciudad, La Laguna. Suponía que para esto tenía que ir a un psicólogo.

Encontré a un señor de unos 50 años que sabía generar un clima muy especial. Entiendo que como cualquier primera consulta de un joven a esa edad, ir al psicólogo es algo muy íntimo, delicado y único. Tenía semblante de persona sabia, alto y ataviado con ciertas ropas de esas que hacen que un psicólogo sea fiable, su despacho también era acogedor. Durante meses estuve acudiendo a su consulta todas las semanas. En este momento eran mis padres quienes pagaban estas sesiones de 70 euros la hora, con la idea de mejoría.

Al año y medio parecía haber mejorado y me dio el alta. Algo me había quedado claro, tenía conflictos con mi novia, madre, padre, sexualidad, figura masculina y femenina, algo pasó en mi infancia y muchas otras cosas. Mi terapia se basaba en exponerme a las cosas que me daban mucho miedo, y también, en hablar mucho en consulta de muchas cosas diferentes a la ansiedad. Tras esto, y convencido de que mi principal problema era mi novia con la que llevaba 6 años, dejé esa relación.

Al año de acabar la terapia volvieron los mismos síntomas de la misma manera y con la misma fuerza. Una vez me encontré a mi psicólogo por la calle y me dijo, tienes que volver ¿de qué tienes miedo? ¡hay mucho que trabajar!. Yo había entendido que era una persona profundamente miedosa, y parece ser que mi psicólogo, al cual rendía respeto y devoción, veía mucho más de mí de lo que yo podía ver.

Él insistía en la idea de que había un conflicto sexual no resuelto, y tonteaba con la idea indirecta de que yo era homosexual y de ahí venía ese terror. Por esto, y porque ya no me sostenía en el día a día con mis ataques de pánico, que derivaron en algo así como fobia social severa, tuve que volver a terapia, realmente asustado, tanto por lo que me estaba pasando como por descubrir todas esas cosas que me estaban sugiriendo. Pero bueno, al fin y al cabo soy una persona leal y confiada, ¿por qué desconfiar de un psicólogo o un médico?

La terapia grupal.

Al poco de empezar de nuevo con él, justo en el punto en el que lo dejamos, con muchos asuntos que resolver, me comenta que va a empezar la terapia grupal y que ya estoy preparado para hacerla. Es una terapia de dos años un sábado cada mes, con retiros finales en centros alejados de la ciudad. Tras 3 años parecía que la terapia individual ya se quedaba corta. Muy asustado me apunté y fui, por supuesto siguiendo en terapias individuales.

Mi psicólogo, autoproclamado clínico, me comentaba que él tenía unos maestros, que no eran del entorno de la psicología, que de vez en cuando se hacía sus retiros, y que la terapia personal no tiene sentido sin la grupal. La terapia en grupo te ayuda a conocerte a ti mismo mucho mejor. En la terapia grupal se practica la psicología de vanguardia.

El grupo lo componían 8 personas, entre ellas había varias psicólogas. Había personas que estaban repitiendo la experiencia, eran algo así como facilitadores para los demás. Yo era el más pequeño, y allí había mucha persona muy segura de todo lo que se hacía, y rompieron el hielo a “mostrar”, a “mostrarse”. Algunos se convirtieron en personas referentes, ya que ellas/os me daban pautas de cómo funciona el mundo. Yo no veía por dónde venían los tiros, simplemente me entregaba a aquello que pensaba iba a mejorar mi ansiedad, pero hacía tiempo que algo había cambiado, ya estaba seguro de que debía cambiar también como persona.

Es decir, la ansiedad social, ya no era el motivo por el que yo estaba allí, era el autodescubrimiento, la ansiedad da paso al Trabajo Personal. El trabajo personal y lo terapéutico se volvía poco a poco algo muy central e importante en mi vida, y al parecer la de todos, de repente, todo era Trabajo Personal, y cualquier cosa se podía medir bajo esta.

Se hablaba de muchas cosas y se hacían ejercicios para muchas cosas. Sexualidad, bloqueos, masculinidad, feminidad, energías, creatividad, y un largo etc . Había algunas que eran un auténtico misterio, como mi eneatipo de la personalidad, el cual parecía que algunos tenían claro y bajo este me analizaban. ¡Qué personas más sabias pensaba!, muy trabajadas, ven cosas que yo no, veían la personalidad que yo no veía e insistían en que para llegar a esta, tenía que mirar de frente mis sombras, que al parecer eran muchas.

En medio de esas sesiones grupales mi psicólogo se sentaba en unos almohadones, con una actitud bastante solemne durante toda la sesión, observaba, dirigía pero también sentenciaba, por lo general de una forma pasivo-agresiva. Era delicado escuchar asuntos como “tienes que soltar el control” “debes explorar con tu cuerpo” “tu madre era muy…” “tu padre es un castrador” y un largo, etc. En este momento todo yo y todo lo que me daba “seguridad” estaba tambaleándose, tenía dudas de los motivos de porqué hacía todo, parecían existir motivos ocultos en cada una de mis acciones, también en la de los demás. Todo porque esta terapia se basaba en que todos tenemos un falla, sobre ella se construye la persona y es una persona que manipula. El cómo manipulamos, era el eje central de las observaciones.

Se emitían valoraciones, juicios y cátedras sobre cada una de las personas, por parte de mi psicólogo y entre nosotros. Cualquier opinión era válida, todos éramos pseudopsicólogos licenciados en la universidad de la vida. No es que la persona fuera un libro abierto, hoy sé que se estaba escribiendo un libro sobre la persona, reconstruyendo su historia. Entré en constante vigilancia sobre mí mismo y sobre los demás (algo contraproducente en la fobia social), había aprendido a leer tras las personas, tenía un conocimiento muy especial y superior. Se había reforzado una tendencia Narcisista.

Sesión tras sesión, ejercicio tras ejercicio, todos nuestros asuntos más íntimos estaban expuestos a los demás, eran terapias de expresión de todo lo posible y a más intensidad, mejor trabajo personal. Quién no los hiciera bien tenía un bloqueo que superar. A más pasaban estas sesiones, más profundos eran los ejercicios, más extenuantes, confrontativos, y cartárticos. A más intensidad, mejor te recogía el grupo, te sentías muy arropado. Sin saberlo, yo ya estaba practicando la Terapia Biogestalt, y estaba dentro de un grupo Biogestáltico. 

Nadie cuestionaba todo esto, al parecer. Había compañeros que se fueron, pero, la explicación del terapeuta es que no estaban preparados, jamás se supo de ellos. Yo pensaba que estaba haciendo sesiones de psicología. Nada más lejos de la realidad.

Fui entendiendo que lo que se llamaba el Trabajo Personal no era otra cosa que desintegrar el Ego, hacerlo trizas era significado de Libertad, por lo tanto, todo lo que yo era, todo, había que cuestionarlo, y si es posible destrozarlo, ese es el trabajo profundo. Con empeño y esmero, me llevaron a un lugar profundo, que sabían hacerlo perfectamente pero no te saben sacar. Andaba cosechando una crisis de identidad forzada por este tipo de terapia, ¿quién soy yo realmente?, y ni dudaba que estos profesionales me sacaran de dónde me metieron. La crisis de identidad sigue durando hasta la actualidad.

No es suficiente, debes ir al instituto de biogestalt.

Terminando el primer año de esta terapia, ya había escuchado que todas estas prácticas venían de las grandes enseñanzas del gran maestro Antonio Asín Cabrera (Psiquiatra) y que mi psicólogo había aprendido de este. Este psiquiatra fue su terapeuta durante 16 años, este dato es muy relevante en este relato, porque con el tiempo comprendí que mi psicólogo estaba totalmente destrozado, y bajo ese estado trataba a la gente y reproducía el modelo que a él mismo lo destrozó.

Tanto mi psicólogo en terapia individual, como mis sabios compañeros de la terapia grupal me habían hablado maravillas de los procesos terapéuticos que se hacían en ese instituto. Concretamente del taller de figuras parentales y del eneagrama. En ese momento, yo ya estaba totalmente cautivado por este tipo de cosas, la ansiedad había desaparecido, aunque algo dentro de mí creo que la había escondido, mi vida se había adaptado a elegir escenarios concretos para no sentirla. Este tipo de creencias, análisis y prácticas, empezaron a formar parte central de mi vida, sobre todo de mi vida íntima. Sin duda creía que tenía un conocimiento privado y superior que el resto de personas de mi entorno. Unas conversaciones que no podía tener con otras personas que no fueran de ese grupo, la terapia y el grupo se convirtieron así en mi parte más sagrada y privada. No se lo contaba a nadie porque sabía que nadie lo iba a entender.

Ya en este punto, estaba trabajando, así que podía pagarme mis cosas. Me habían hablado de un proceso absolutamente liberador ¿de qué tenía que liberarme realmente?

Figuras parentales: El proceso Fisher Hoffman

Al fin las figura parentales, tenía tan claro que todo tenía que ver con todas esas vivencias que habíamos hablado en consulta, que para mí asistir ese fin de semana a la isla de enfrente con 60 personas a hacer un trabajo profundo era algo muy importante. Recuerdo la llegada, y todo lo que pasó en ese primer retiro. También recuerdo que fue el primer momento en el que sentí que existía algo así como una tensión sexual latente en general.

El objetivo principal: La libertad. Nuestra personalidad (ego) es esclava de nuestras historias personales, y tienen estrecha relación con nuestros padres. Nos volvemos moralistas y en este tipo de vivencias se pretende la libertad de todo esto, y esto influiría en lo que quiera que estuviera pasando cualquiera de los presentes. Bipolares, depresivos, ansiosos, madres, padres, abuelos, paranoides, tendencia suicida. Todos hacemos los mismos ejercicios, aquí todo vale, porque todo es bueno sin miramientos.

Esta fue una congregación de pacientes de los diferentes terapeutas élite de ese instituto, concretamente siete. Cuatro de ellos psicólogos/as y ubicados en La Laguna. Los terapeutas (algunos muy medicados) ocupan aquí un lugar superior, porque el “trabajo terapéutico” supuestamente ya había pasado por ellos, y son personas muy “trabajadas”. Estábamos practicando psicología de élite y sus miradas de condescendencia y sabiduría así nos lo hacían saber.

Imagina a 60 personas en un salón semidesnudos (calor y libertad), supuestamente bajo voluntad propia, golpeando cojines y gritando al mismo tiempo, durante horas. Un descanso, y se sale al campo con una manguera a seguir golpeando el suelo, alentados por un tambor tribal. Fueron siete días en los que no se nos permitía estar en contacto con el exterior, siete días de catarsis continuas, revelaciones públicas, agresividad, otra catarsis, abrazos largos y profundos, odiar y amar a todo el mundo al mismo tiempo y blasfemar por aquellos que te dieron la vida, cuerpos, vida, excitación. Una especie de purga colectiva. El resultado de todo esto era una sensación de unión grupal hacia algo muy grande y liberador. Práctica, tras práctica, ritual tras ritual, hasta llegar a estar todos vestidos de negro una noche y el día siguiente todos de blanco, el día de la cuadrinidad, el día de la paz absoluta, la mayor solemnidad, libres al fin.

A todas estas, entre tanta excitación física y cercanía emocional, más de uno y una se enrollaban, esto dentro del proceso estaba más que bien, era sanador, fuera cuales fueran tus compromisos fuera, se permitía, empecé a entender que la esclavitud de la moral humana es parte de lo que genera los problemas.

Habían personas que asistían por tercera vez a este taller, este dato me llamó la atención, si tan liberador era, ¿porqué tenían que repetirlo?. Luego lo entendí todo, la responsabilidad absoluta es del paciente, ni la terapia, ni el terapeuta tienen responsabilidad alguna y así mismo lo escuché por parte de terapeutas.

                                         

Mi vida.

Abiertamente le decía a mis padres que iba a unos retiros. También a mis cercanos, pero rara vez comentaba lo que se hacía, para eso ya tenía a la gente del grupo, que hablaba mi misma lengua. En este tema yo era hermético. Con el tiempo me enamoré de una persona de mi entorno, yo también le gusté y empecé una nueva relación.

Antonio Asín Cabrera.

Había acudido al proceso Fisher Hoffman entre otras cosas porque comentaban que era el último que iba a dirigir este gran maestro. No estaba, se ausentó. Igualmente, había otros momentos para poderlo conocer dentro del instituto. Esto eran los talleres de Eneagrama I,II,III, entre otros.

El sumun del conocimiento, ahí tenía que estar yo, la mayoría de la gente había hecho estos talleres de profundo conocimiento personal. Parece que tanto la terapia individual (a la que por supuesto seguía acudiendo) como la grupal, se seguían quedando cortas, había que seguir desintegrando todo lo posible al Ego, y había gente que sabía hacerlo mejor que mi terapeuta, al fin y al cabo un actor secundario en todo este entramado.

Antonio Asín llegaba para sentar cátedra. En el primer taller de Eneagrama coincidí con gente de figuras parentales. Tenía la sensación de una enorme familia consciente. También había nuevas personas. Y por allí aparecía este psiquiatra ataviado con asuntos y motivos de diferentes religiones, con un altar, y ante el que algunas personas le hacían una reverencia tirados en el suelo cuando aparecía.

No me di cuenta en ese momento, ahora sé que me había metido en una pseudo religión con apariencia terapéutica, y que el gurú era un psiquiatra.

 

Todo se queda corto, aún hay más – La Formación -

Desde que entré por primera vez a la puerta de mi psicólogo hasta este momento habrían pasado como seis años. Entre tanto, tenía un trabajo estable y también una muy buena relación, ya estaba viviendo con ella.

Hacía años que llevaba escuchando que el proceso definitivo era el de la formación. Formarte como terapeuta durante 3 años, para luego tener tus propios pacientes. Dentro de este entorno parecía que era todo un éxito, que muchas personas se habían formado y que era una profesión accesible, y con buenos valores. Los terapeutas Biogestálticos son especialmente elocuentes y aparentan una enorme seguridad en sí  mismos. Todos han pasado por esa formación. Yo quiero ser así.

Para entrar es necesaria una entrevista previa, con la compañera del psiquiatra, directora de las formaciones y quien hacía la criba. Especialmente orientada a trabajadores sanitarios, médicos, psicólogos, terapeutas, pero a la que podía ir cualquier persona.

Quería hacer de esto mi profesión, porque consideraba que era una muy buena labor por los demás, mi psicólogo me decía que valía para esto.

Empecé la formación hace 13 años, desde ese momento hasta ahora, mi vida cambió, pero no en el sentido esperado.

 

Formación en Biogestalt

Esta formación costaba 6000 euros y éramos 16 personas en esa edición. Se hacía mínimo una al año. También había obligación de seguir teniendo sesiones con tu terapeuta, recomendación de hacer el resto de talleres del Instituto Biogestalt (Movimientos, Eneagrama, Sexualidad, etc…). De vez en cuando en estos tres años, también surgían talleres por parte de tu psicólogo, de integración de las vivencias.

600 horas vivenciales las cuales resumiré de la mejor manera que pueda, sin ahondar en las vivencias, sino en el marco en el que ocurren. Ya estaba bastante familiarizado con el tema de los retiros, por lo que esto suponía un ir más allá, dedicarle más tiempo, profundidad y entrega al proceso personal. En esta ocasión serían tres años de jornadas de fines de semana recibiendo y aplicando un conglomerado de técnicas e información, para luego nosotros poderlas aplicar a nuestros pacientes del mismo modo.

¿Qué es Biogestalt?

Veamos la definición de Biogestalt según su propio autor Antonio Asín:

“La Biogestalt es una terapia breve, integrativa y armonizadora de los centros Intelectual, Emocional y del Movimiento. Utiliza como elementos primordiales; el desarrollo de la atención, el esfuerzo voluntario y el auto-compromiso lo que conlleva el aumento de la observación y de la auto-consciencia con el fin de lograr niveles más altos de Conciencia hasta la Visión Cabal o Atención Pura. Hace hincapié en la energetización del cuerpo como vía de contacto con lo emocional, amplificando los mecanismos perceptivos que conducen finalmente a un incremento del "darse cuenta" de los contenidos que constituyen nuestra propia realidad -cambio del estado subjetivo por el estado objetivo, limpiando el pasado e integrándolo en el presente real con un sentido de utilidad, y desarrollo del derecho al placer en el día a día y proyectado al futuro”

 

En su libro Tantra de 1985 nos cuenta esto:

 

“Sus múltiples viajes a Oriente le hacen tomar conciencia de una nueva realidad participando en campos de meditación principalmente en Japón e India, donde toma contacto directo con el  Zen y el Tantra. Estas experiencias le hacen remodelar y afianzar su visión de los conceptos y  técnicas empleadas en área terapéutica psiquiátrica principalmente en el campo de las neurosis y de las disfunciones sexuales. En la actualidad desarrolla su actividad en profesional en Bilbao dictando grupos de encuentros de terapia integral de la personalidad en muchas otras ciudades”.

 

“El Tantra es una manifestación especial del arte, de la religión y del sentimiento hindú. Puede ser realmente entendido, en último caso, por personas que están preparadas para emprender una medicina interior. Este sendero es la idea de que el Tantra es el cultivo de un éxtasis orientado a la visión de la sexualidad cósmica. Estilos de vida, rituales, magia, mito filosofía y un complejo de signos y símbolos emotivos que convergen en esta visión. El Tantra hindú proclama que todo, lo negativo y positivo que conocemos, es la parte activa de un principio creativo femenino (Akti), la diosa de muchas formas, sexualmente penetrada por un macho invisible, indescriptible. En último ´termino, él la ha producido para su propio placer. Y el juego es placentero para ella porque es análogo al acto sexual. El Tántrika tiene que aprender a identificarse con el placer cósmico en el juego, y a reconocer que lo que puede parecer miseria para otros, es una parte inevitable y necesaria de su red creativa, donde el placer es un verdadero reflejo del deleite cósmico.”

Se autodefinen como una terapia “breve e integrativa” y así se venden. Podéis comprender en este punto que se abren áreas de investigación personales infinitas pues cada una de esos enfoques religiosos da para toda una vida.

Por último veamos como definen la terapia:

 

“Podemos definir Terapia como Vida, es decir, es el yo real, lograr el sentimiento de unidad. Por esto con la Terapia lo que buscamos es que el proceso de sanación sea lo más rápido posible. De este modo la Biogestalt une varias disciplinas y conocimientos con el fin de que el proceso terapéutico sea lo más rápido posible”.

Que cada cual saque sus propias conclusiones de lo que acaba de leer.

 

Marcos y técnicas.

Como en cualquier formación que se preste te van a entrenar en esta verdad. Este instituto se cree poseedor de una verdad propia que viene de múltiples verdades de otros. El “darse cuenta” como revelador de consciencia, se les queda pequeño, a nivel lingüístico también enredan la cosa “darse cuenta del darse cuenta” es el lema del Instituto y se elevan a un conocimiento superior del resto de terapias.

El entrenado en formación Biogestalt sabe y debe llevar al paciente a estos terrenos. Por resumir, varios de los mandamientos principales de un Terapeuta Biogestáltico son los siguientes:

  1. Si el paciente viene con un problema y se va con 10, la terapia está bien hecha.
  2. La responsabilidad siempre es del paciente.
  3. A más profundo estés en el agujero, más cerca estás de sanar.
  4. Todo vale en la terapia.

Agarrados en este último mandamiento, voy a citar los marcos terapéuticos, religiosos y espirituales en los que se asienta la terapia Biogestalt y que también se pueden dar en la Gestalt en general. Chamanismo, Psicoanálisis, Zen, Tahoísmo, Hinduísmo, Budismo, Terapia primal, Sofrología, Cuarto Camino, Sufismo, Sofrología, Psicología Transpersonal, Terapia Bioenergética, etc... La Gestalt sería el marco que permite mezclar todo esto.

De aquí van a aparecer una serie de orientaciones prácticas: Hipnosis, Tantra, Arteterapia, Kundalini Yoga, Hipnosis, Yoga, renacimiento, eneagrama, respiración holotrópica, método fisher Hoffman y un largo etc.

La combinación de terapias se toma como algo natural y válido a nivel terapéutico. A la Biogestalt al igual que la Gestalt, como buen terreno mercantil se le pueden ir añadiendo Apps del tipo: Constelaciones familiares, ayahuasca, cuántico, y cualquier cosa que se te venga a la cabeza. El rigor científico en que se basa es “Todo vale” y cuando digo todo, es todo.

RESPIRACIÓN HOLOTRÓPICA Y BIOENERGÉTICA:

Para poder resumir en algo la vivencia y se comprenda lo que viene a continuación, me centraré en dos prácticas centrales de la terapia. La respiración holotrópica, viene a sustituir al LSD. Es sustitutivo de tal droga, ya que actualmente no se puede moralmente utilizar con fines terapéuticos. Los efectos de dichas respiraciones son experiencias psicodélicas catárticas, estados alterados de conciencia.

Por otro lado la bioenergética asume que nuestro ego, se manifiesta en nuestro cuerpo mediante alteraciones musculares, contracturas, etc. Así un cuerpo nos da mucha información acerca de qué emociones tiene esa persona acumuladas y acerca de su mecanismo de defensa. A simple vista se puede ver, pero si es desnudo mejor. En el segundo año de Biogestalt se aprende a leer el cuerpo desnudo. El de tus compañeras/os. A través de ejercicios de liberación muscular, se logrará liberar la energía, y conectar con tu propio yo.

 

YO EN ESE MUNDO:

Estaba situado y enfocado a la apertura a cualquier experiencia como válida y buena para mí. Durante tres años, las cientos de horas dedicadas a los mantras, mandalas, meditaciones de todo tipo y forma, exploraciones corporales mediante ejercicios, y píldoras de conocimiento teórico sobre lo que se estaba haciendo, fue el terreno más suave donde moverse. Varios psicólogos, un cocinero, un profe de yoga, una empleada de banco, una trabajadora social, un enfermero, y una divorciada, entre otros, estábamos aprendiendo a ser terapeutas.

Juntos disfrutamos y practicamos momentos de mucha tensión personal, de mucho amor aparente, confusión, recogimiento, excitación, técnicas de tantra e hiperventilaciones, para irnos preparando más y más a prácticas más profundas. De aquí aparecían personas que en ciertas prácticas, vomitaban, otras hablaban lenguas muertas, otros soñaban haber sido violados, otras se desnudaban en plena sesión, un carnaval esotérico espiritual en toda regla.

Entre movimientos de pelvis, sudores, y una apertura sexual explícita como método de sanación, cualquier vivencia de placer externa empezaba a quedarse cuestionable. Las sesiones se basaban en momentos cargados de profundidad, todo lo profundo era lo “real”.

Entramos 10 personas con pareja. Solo sobrevivió una unión que a día de hoy siguen en terapia de pareja con los mismos terapeutas. Tenía sentido debido a que el cuestionamiento sobre uno mismo se extendía sobre el otro y este juicio se eterniza. A mi pareja le explicaba por encima lo que vivía, yo me sentía en una conciencia superior a ella, la amaba pero me estaba distanciando emocionalmente. Yo decidí que ella necesitaba terapia, y estuvo un año con mi psicólogo. Finalmente abandonó la terapia y me dijo que esto era muy raro. Yo esto lo viví como un fracaso personal muy grande, y falta de consciencia por su parte. Una actitud totalmente soberbia ante el mundo, pero desde una mirada amable y en apariencia empática.

Con el paso de los meses, veías y charlabas con gente que se encontraban en absolutos enredos mentales y crisis existenciales. Existieron brotes psicóticos. Vi cómo invitaban a esa persona a coger el coche e irse a su casa en ese estado. Vi cómo se deshacían las parejas estables desde dentro a afuera, con comentarios en las jornadas del tipo: “¿A quién te follarías de aquí dentro?” que había que responder delante de todo el grupo,. También vi como compañeros se enrollaban, y como un psicólogo se lio con una paciente en una jornada. Todo bajo un contexto de terapia, es decir todo tenía un sentido de trabajo personal.

Menos mal que eso lo ví, y menos mal que me empezaron a llegar diferentes historias de experiencias más privadas y “sanadoras” que incluso la formación. Había un grupo aún más selecto, donde tonteaban con las drogas, y prácticas que no se permitían en las jornadas de formación. Gran parte de los ejercicios tenían que ver con el cuerpo, las emociones reprimidas en él, la relación de estas con la sexualidad, la disolución del ego, y comprender que todos somos profundamente manipuladores.

Liberar lo oscuro para que salga la luz. Vi muchos cuerpos desnudos, concretamente para la jornada de la lectura corporal del segundo año tuve que sacarme una fotografía desnudo antes del taller. Esta foto me la sacó mi psicólogo en su propio despacho. Él mismo me animaba, estando yo en pareja, a que probara con esta u otra chica, incluso con un chico. No accedí a nada de aquello.

Las sesiones con mi psicólogo las pasaba escuchando hablar de otras personas que no era yo, concretamente él, o pacientes con las que tenía conflicto o transferencias. Me sabía la vida personal de bastantes pacientes.

Cualquier acto de rebeldía ante la terapia o ante un terapeuta era salirse del camino terapéutico, era mirado con ojos de condescendencia y silenciado de muchas formas diferentes, normalmente con una sonrisa o explicación teórica. Todo era cuestión de inconsciencia, transferencia, sublemación, etc. El caso es que los Terapeutas siempre tenían más razón que tú. Ante una rebeldía “tenías que trabajarte el ego y la forma de manipular”.

Yo era un chico bastante normal, alegre y sin altibajos, todo aquello me llevó a empezar a dormir un poco mal. Para esto, el maestro Antonio Asín, me invitó a su consulta. Nervioso fui. Se fumó 5 cigarros en lo que duró la sesión, y me mandó medicación; antidepresivo y ansiolítico.

Recordar que en este punto ya llevaba 9 años en sesiones terapéuticas ¿Cómo es que necesitara la medicación ahora?. Me tomé esa medicación un mes, el suficiente para causarme insomnio crónico hasta el día de hoy. Tras tomar esa medicación, se agudizó el problema del sueño.

En ese momento, no piensas que el problema es de la terapia, y que está generando muchos nuevos problemas, tu asumes que el problema lo tienes tú, y hay que ir siempre más al fondo de la cuestión.

Vi a mucha gente medicada, sedada prácticamente, de la persona que más me enteré consumía 11 psicofármacos diarios llevando en tratamiento 6 años e incrementando la dosis. Algunos de ellos eran psicólogos y terapeutas que atendían a los demás. Su situación no mejoraba, todo lo contrario, a día de hoy podrían seguir medicados perfectamente y en esta rueda de hámster.

Hubo una influencia directa para que dejara a mi pareja. Y así ocurrió. Perdí algo que jamás pude recuperar, a esa persona, y mi confianza en poder aportar algo bueno a alguien, ya que tras 11 años de terapia tenía un concepto de mi mismo horrible, tan horrible que prefiero no exponerlo en público. Hay una fijación radical ha que hay un monstruo dentro de ti, te leen bajo esta hipótesis, te la enseñan y ahí te dejan.

 

Un poco de aquello:

Extractos de las memorias realizadas tras cada encuentro, memorias accesibles por el instituto.

“…me sentía seguro y arropando cuando entraba en el juego de voces masculinas, y me gustaba escuchar a las femeninas, con algún que otro orgasmo…”

“…él ya es terapeuta del cuerpo y hace diferentes lecturas de lo que pasa, y así, se atreve a darme una recomendación y consejo. Me dijo “ xxx , me he dado cuenta que huyes de los abrazos, que tienes una defensa, sobre todo de los abrazos de los hombres….”

“Yo lo definí más tarde como si tuviera un pedazo de piche asqueroso en la boca del estómago, un tumor, un cáncer, al que saludé por segunda vez y le hice sufrir, lo maté un poco”.

“…me encantó tocar mi cuerpo, disfruté haciéndolo, y hubo un momento que le dije a XXX que con su permiso me iba a tocar los huevos, y me dí un pequeño masaje placentero fue una gozada…”

“…tal cómo me habían ido en los ejercicios anteriores quería profundizar más, esta vez era individual, lo que me daría más libertad. Para empezar dijeron que lo hiciéramos lo más cómodo posible, y así fue, me quité la camisa y los pantalones, luego me arrepentí de no haberme quitado también los calzoncillos…”

“Los tres vivimos esta experiencia como un homenaje a nosotros y a nuestra sexualidad, ella acabó toda empapada, xxx que si veía pollas, y a mí que en ese momento me dieron muchas ganas de acostarme con alguien y me reconcilié con mi sexo”.

“En la terapia, intentar sanar sólo mediante el centro emocional o solo con el motor no sirve, siempre tiene que ir con el cuerpo de por medio. El intelecto luchará para mantener la coraza (ego), el carácter se en el filtro entre la realidad y uno mismo y también el carácter es adaptativo, pero al mismo tiempo defensivo.”

“Tenía cierto pudor a mostrar mi cuerpo, pero en cierto modo, estaba decidido a que si era una situación cómoda me desnudaría por completo. Y así fue. Me desnudé no con cierta vergüenza, solo por mi pene, pero pude soportarla. Era la primera vez que me desnudaba en grupo, o delante de alguien para que me observara, nunca me he desnudado en la playa ni nada de eso”.

 

HOY EN DÍA, SECUELAS.

Ver a la gente anulada y fanatizada, personas idénticas las unas de las otras con un pensamiento común rígido, así como este tipo de circunstancias vividas, me fueron llevando a un lugar muy concreto; el de ver la realidad de lo que estaba allí pasando.

Estábamos profundamente manipulados, unos más que otros, y a algunos se les llevaba a un terreno más comprometido, en diferentes áreas. Tantas vidas que mejorar con tanta perseverancia y permanencia son una enorme fuente económica. La crisis de identidad, siempre va a ser un negocio muy rentable, pues no hay anclaje en la próxima identidad, es desconocida.

Este perverso juego genera un vacío y dependencia existencial, similar a la del maltrato psicológico. He visto a personas tener que coger cita en uno de estos terapeutas por algo tan natural como una pequeña discusión. He visto a terapeutas gritar a sus pacientes por dicha llamada. Y cuando no es un grito, sería una explicación sesuda y pasivo agresiva.

Poco antes de alejarme, fui ajustando la mirada, y no veía más que irresponsabilidad, altanería, miedo por parte de los pacientes, dependencia, anulación, sumisión, y roles muy marcados. Aunque cada uno de ellos se crean individuos, es tremendamente sencillo distinguir a un terapeuta biogestáltico. Se les nota en el hablar, andar y mirar. Su cautiverio es muy sutil.

Una observación profunda del sistema te hace ver que esta terapia no puede crecer hacia ningún lugar, la validación positiva solo la tienen de aquellos que forman parte de ese sistema, los que generamos controversia o duda, somos el demonio, o no somos conscientes de la vida, de nosotros mismos.

En total me dejé 24.000 euros para conseguir la consciencia que ellos dicen gozar. Al poco de acabar ocurrieron varias cosas. Me volvieron los terrores que empezaron hacía 12 años, esta vez de una manera mucho más violenta. Que todo esto volviera, me hizo plantearme en qué había invertido mi tiempo, y aún, seguía pensando que soy yo quien no tiene arreglo. Eso lo sigo pensando hasta el día de hoy.

Por otro lado, todo aquello que estaba explorando como supuesta liberación de la personalidad a través del sexo, me generó mayores inseguridades, incluso ahora una mente muy rígida en torno a mí, tras mucho empeño y trabajo centrado en las “inseguridades” sobre mi masculinidad y sexualidad. Todo volvió a el punto de salida, pero efectivamente con muchos más problemas que con los que empecé.

Te venden una mejora tremendamente esperanzadora, no ocurre, lo que se puede considerar, una estafa en un amplio sentido.

Además tuve que pagar a otro psicólogo para esos ataques de pánico. Al haber generado tanta dependencia a la terapia, tuve cuarenta y seis sesiones con él (3000 euros). De otra rama, y con varios talleres. No funcionó, fui desarrollando depresión y pensamientos suicidas debido a la desesperanza.

Dentro de esta desesperación, seis años después de haber abandonado todo lo referente a este instituto, en un momento de “lucidez” y desesperación, creí buena idea hacer alguna de aquellas prácticas para mejorar, se me ocurrió que si estaba 3 días estático, sin comer ni beber, mi cuerpo y mente sanaría de forma espontánea. Nunca llevé a cabo esta práctica, y me di cuenta de todo lo que había pasado. Seis años de perspectiva necesité.

Acudí al único psicólogo en el que confiaba y me dio un enfoque muy adecuado, muy alejado de cualquier idea esotérica o mística.

Hoy en día, sufro insomnio crónico, ansiedad, sintomatología depresiva y una tremenda confusión sobre quién soy, así como relaciones disfuncionales. Es decir, todo aquello no sirvió para nada y cronificó lo que ya estaba.

Por fortuna, todo esto lo ubico como una consecuencia, pero no deja de afectarme. No puedo invertir más tiempo y dinero en terapia (he perdido la confianza en las personas que dicen ayudar), y todo lo que tiene que ver con la manipulación psicológica en entornos de salud, o alguien que me guie en algo a través de su discurso, me genera aversión física. El recuerdo de cómo empoderan a cualquiera a tratar a personas bajo este marco terapéutico, me aterra. Esta terapia no se rige bajo ningún tipo de deontología, y si algo va mal, se procura derivar a A.Asín. Algunas personas empiezan a pasar consulta sin haber terminado la formación y sin tener formación académica.

Ha creado una comunidad fanática de la terápia, y terapeutas narcisistas muy rígidos, extensión de la personalidad de su autor. Si eres terapeuta y has leído este texto, ya me habrás clasificado como un psicopático, problablemente eneatipo 6, ya me habrás anulado hace un rato.

Por lo general cuando ves a personas que están en este tipo de procesos durante años o décadas las reconoces con gesto muy agotado, forma de hablar misteriosa, con cambios de personalidad por temporadas, etc… Algunos de los compañeros que pasaron por ahí siguen “enganchados” a grupos o terapias similares, creyendo que cada una de ellas les sirve, también la biogestalt, pero luego necesitan otra, y otra.

Cuento esta historia, porque sé que personas que han pasado por este instituto o similares o que están dentro, están en una situación igual. Se procura mantener todas estas realidades en silencio y lo consiguen.

A los 21 años sufrí ansiedad y fui a un psicólogo. En total me dejé 24.000 euros para conseguir la consciencia que ellos dicen gozar, y jamás supe como denunciar la estafa, nadie me creía y suponía que todo fue de mi responsabilidad.

Nota de la redacción:

Este Testimonio nos ha llegado de forma anónima. Agradecemos mucho este relato de una experiencia, que será muy útil para prevenir graves situaciones de salud a personas, que se acerquen a las diferentes pseudoterapias, que libremente actúan en nuestro país, sin acreditación científica y sobre todo sin control desde las instituciones sanitarias. Tanto a nivel autonómico como estatal.

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