RADICALISMO ISLAMICO

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A lo largo del presente estudio, se toma como objetivo principal indagar acerca de la maquinaria interna y aspectos de la doctrina islámica que influyen y dan origen a su expresión más radical. Además, se analizan aquellos elementos que sustentan y alimentan la proliferación de tal pensamiento extremista valiéndose de las diversas vías de comunicación (actividad propagandística o propaganda).

Asimismo, se propone mostrar algunas de las técnicas que, de acuerdo con determinados programas de intervención desarrollados en diversos países, pueden sufragar la desradicalización del sujeto inoculado. Para alcanzar dicho propósito, se toma una postura genuinamente psicosocial, evitando siempre cualquier vestigio de opinión sobre el tópico que nos ocupa.

Como cimientos sobre los que erigir el discurso, se tiene en consideración, fundamentalmente, la Doble Teoría del Odio de R. J. Sternberg (2010); así como las distintas aportaciones a nivel sociopsicológico que ayudan a explicar la agresividad humana y el modo en que se difunde.

Del mismo modo, se hace uso de otras fuentes bibliográficas desarrolladas por expertos en terrorismo y Ciencia Política en pro de establecer paralelismos entre las transparencias que de ellas se puedan extraer y el actual y aparentemente irrefrenable panorama de violencia desmedida; destacando las contribuciones de L. de la Corte.

Palabras clave: propaganda; desradicalización; Doble Teoría del Odio; agresividad humana; terrorismo.

Es sabido que la población mundial en su conjunto se enfrenta a una oleada de cruenta e indiscriminada violencia consumada por diversos colectivos de carácter radical entre los que cabe destacar, por la incesante implicación en sus diligencias, Boko Haram (en el oeste de África) o el archiconocido Estado Islámico (EI) o Daesh. Sin embargo, convendría considerar que este fenómeno equivale a un repunte de lo que en un pasado no tan lejano ya era un problema. Por regla general, este incremento del espíritu beligerante ha solido venir precedido por determinados hitos acaecidos en territorio musulmán y que han resultado ser disonantes con los ideales sobre los cuales se erige la cultura islámica. Pero no por ello se ha de atribuir en exclusiva las conductas de terror a factores exógenos: existe una serie de bases ideológicas que comandan o dirigen la expresión de tales actitudes.

A pesar de que el objetivo de este trabajo no es describir la evolución de la doctrina del Islam a lo largo del tiempo, aun obviando ciertas cuestiones fundacionales relativas al Islam, es menester indicar los principios comunes por los que se rige el pensamiento islámico (De la Corte y Jordán, 2007):

• En última instancia, toda soberanía, poder y autoridad pertenecen a Dios.

• Igualdad de los creyentes que aceptan la sharia (ley coránica).

• La umma (comunidad de creyentes) es el único cuerpo social y político relevante y legítimo.

• Por ello, dicha comunidad debe ser regida por un único gobernante, que tiene como misión proteger la umma y asegurar el cumplimiento de las normas de la sharia.

• La defensa de la comunidad corresponde a todos los musulmanes, y ello a título individual.

De estas premisas, por tanto, se puede inferir que la senda a través de la cual ha de guiarse todo buen musulmán es el conocimiento de que no hay más garantía de estabilidad social que el acatamiento de la sharia.

A su vez, cabe destacar que distintos teorizadores desarrollaron el concepto de yihad como forma de asegurar la profesión y cumplimiento de la ley coránica. Actualmente, los grupos extremistas toman una connotación guerrera del término; estando la aplicación sobre el impío de este estilo de servir a Alá justificada, al ser concebido como:

1) Una reacción que sirva como dechado en lo moral contra aquellas personas que afirman ejercer la fe del Islam pero que quebrantan la sharia.

2) Una guerra santa ligada a tres objetivos:

a) Preservación de la sharia en las comunidades islámicas.

b) Defensa y protección de la umma o comunidad.

c) Extensión del Islam por todo el territorio geográfico, superando fronteras.

El salafismo borboteante del que se han ido nutriendo y se nutren las organizaciones extremistas radica en corrientes emergidas entre los siglos XVIII y XIX; las cuales promulgaban la vuelta a los inicios de los que parte la religión islámica. Este retorno supone la adopción de una doble orientación vista tanto desde una perspectiva religiosa como política.

En cuanto al aspecto religioso, se estipula la supresión de todo aquel elemento de índole no islámica por ser considerado un contaminante del Islam en su versión más tradicional. La apreciación política, por su parte, hace referencia a la imposición de la doctrina islámica sobre la sociedad en su conjunto y sobre las estructuras políticas. La toma de esta postura implica, además, la asunción del iytihad o principio de libre interpretación de los escritos sacros que, a la postre, irá de la mano con la predilección por hacer una lectura literal de determinados textos sagrados (De la Corte y Jordán, 2007). En consecuencia, se obtiene la posibilidad de desdeñar las condenas formuladas por los estudiosos legales del Islam en contra de la yihad: he aquí la impunidad ficticia que se atribuyen los perpetradores y que constituye otro facilitador de la crudeza de sus actos.

Por último, es preciso mencionar las figuras que mayor influencia han ejercido en la historia del salafismo más reciente. En una primera instancia, encontramos la personalidad de Hassan al[1]Banna quien, a finales de la década de los años veinte, hace las veces de abanderado de la yihad alegando que toda la miseria y depravación a nivel socio-político, económico y espiritual que asola a la sociedad musulmana es fruto de la política expansionista de Occidente, la cual -según el propio Hassan- tiene como fin último procurar el desmoronamiento de la orbe islámica. Es por ello por lo  que insta a tomar parte de la guerra santa contra los refractarios de la religión (De la Corte y Jordán, 2007).

Junto a él, aparece en años posteriores el nombre de Abul A`la Maududi, quien denuncia el estado de ignorancia en que se encontraba inmersa la sociedad y que define como yahiliyya; concepto que engloba prácticas paganas como la música, la pintura, el alcohol,… y que se constituye como uno de los puntos de apoyo de la disciplina salafista (De la Corte y Jordán, 2007).

Sayyid Qutb completaría esta tríada difusora, quien, por medio de sus obras más representativas (“A la sombra del Corán” e “Hitos del camino”), terminaría de conformar las bases del salafismo contemporáneo; añadiendo un cariz aún más belicoso (De la Corte y Jordán, 2007).

En suma, se puede sellar que la vacilación del Corán en su lectura ha posibilitado dar pie a exégesis que abogan el acogimiento y patrocinio de una praxis agresiva del Islam. Por consiguiente, los seguidores que obran según estos mandatos creerán estar en el camino correcto; sintiéndose exentos de culpa o pecado.

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