Testimonio ex-adepta INNER MASTERY (Capitulo 1)

1.-El caldo de cultivo de la “búsqueda espiritual” que acaba en una secta

Cuando llegué a la Ayahuasca y a Inner Mastery, acababa de terminar una relación. Yo estaba en un estado emocional de desesperación.

Tengo 28 años, nací en el ‘92 en Madrid. Fui bautizada en Venezuela, país de origen de mi familia paterna. Cuando tenía apenas 1 año, mis padres se divorciaron y no tuve apenas contacto con mi padre con el que siempre he mantenido una relación distante. Yo me fui con mi madre y con mis abuelos maternos. Mis primeros años discurrieron entre cambios y mudanzas constantes, entre Madrid y Miami (EE UU). Viví en 15 casas diferentes, así como distintos colegios a lo largo de mi vida; situación que no contribuyó a generar un arraigo y estabilidad sólida (uno de los factores que buscaría en IM, y una ilusión de pertenencia que ellos explotan).

Fui una niña alegre y sociable que desarrolló una enorme curiosidad desde los 9 años. La relación con mi madre era fría, ella no era muy afectuosa y nunca hubo muy buena comunicación entre nosotras. Mi padre estaba en mi vida de una manera intermitente lo cual me llevó a idealizar la figura del padre. Yo pasaba mucho tiempo sola y la escritura se convirtió en mi refugio. A la edad de doce años, nos mudamos a vivir a Cancún con una amiga de mi madre y su hijo. No me costó mucho la adaptación. Tiempo más tarde, mi madre se volvió a casar y nos mudamos a la Ciudad de México. Poco después, nace mi hermanastro.

A los 19 años, empiezo a estudiar la carrera de Psicología, pero mi cabeza no estaba en los estudios. Yo leía mucho, había desarrollado una personalidad obsesiva e intensa y mostraba mucha curiosidad intelectual por autores como Nietzsche etc. Por aquellos tiempos me empecé a interesar también por el budismo. Estaba en búsqueda. Mi familia era católica de bautizos y bodas, no practicantes. A mí me interesaba la figura de Dios, pero desde una aproximación intelectual. Fui cristalizando con los años una personalidad impulsiva y extrema que no admitía los límites. Mi desorientación vital la acallaba con alcohol por las noches y la canalizaba con la escritura porque no podía hablar con nadie. Vivía inserta en la asfixiante y superficial sociedad de clase media-alta mexicana, pero yo no encontraba mi lugar en ese mundo. Soy reservada, poca gente me conoce como soy realmente. Poco a poco, toco fondo en mi alcoholismo. Tengo solo 21-22 años y desarrollo entonces otra adicción: el ejercicio extremo con restricciones alimenticias. Durante ese tiempo me deja de bajar la regla. Mi vida discurre siempre al límite. Empiezo a obsesionarme por el psicoanálisis … pero no encontraba la paz interior. 

Inner Master explota las heridas de infancia, desarraigo y la desorientación vital para crear una falsa ilusión de pertenencia.

  

2.-Mi primera ceremonia de Ayahuasca: la antesala de la secta

Abro una peligrosa puerta a los 22 años cuando un día me quiebro y me desahogo con un amigo al que yo tenía mucha estima. Es un brillante abogado, muy racional y centrado a pesar de tener muchas heridas emocionales. Él me escucha atentamente y me dice “confía en mí”, te voy a mandar algo por email. Mi amigo me invitaba a mi primera ceremonia de Ayahuasca. Me enviaba las instrucciones para prepararme para la ceremonia durante la semana previa (no se podía consumir alcohol ni comer carne). Me mandaba también una hoja para declarar antecedentes médicos y el uso de antidepresivos. Yo no investigo nada. Mi amigo me dice que la ayahuasca “le ha cambiado la vida” y yo me fío. La ceremonia tiene lugar en una casa a las afueras de la ciudad de México. Yo estaba en ese momento sumida en un estado emocional de desesperación porque acababa de terminar una relación. La noche anterior a la ceremonia, y a pesar de las pautas recibidas, yo salgo a beber y vuelvo a casa a las 4am. Llegamos a la casa y me encuentro con un grupo de 10 personas y un chamán “serio” que nos explica en qué consiste la ceremonia y las posibles consecuencias de la ingesta de la ayahuasca. Nos dice que “nos concentremos mucho en nuestra intención.” Observaba a la gente y a algunos que decían que habían hecho esta ceremonia hasta 50 veces. Yo me sentía fuera de lugar, pero me dejo llevar. Primero, se nos administra una gotas de “sananga” en los ojos para nos dicen “limpian el tercer ojo” durante 10 minutos. A mí me abrasaron los ojos. Fue una experiencia muy dolorosa que me hizo ponerme en guardia. A continuación, nos ofrecieron rapé (opcional), lo cual yo declino. Llegó por fin la ayahuasca presentada de manera muy ceremoniosa y solemne (canto de ícaros etc.) Durante 5 horas no paré de vomitar. Yo lloraba y lloraba y era consciente en todo momento de lo que pasaba a mi alrededor. Siento mucha ansiedad y entro en cólera. Gritaba preguntando atropelladamente que cuándo llegaba la sanación. El chamán, muy compasivo, me saca en ese momento de la ceremonia y me da el polvo rapé. Sé ahora que es una sustancia muy adictiva. Recuerdo que se me congelaron entonces los pensamientos y así empezó mi viaje psicodélico. Me impactó profundamente porque vi “el amor que me tiene mi madre”, vi imágenes y quedé desbordada por ese amor. Al día siguiente, al despedirme le di las gracias a la “abuelita” (como se le conoce a la ayahuasca) tal como había visto hacer al llegar a la ceremonia con asombro y rechazo a los otros participantes veteranos.

Algunos habían hecho la ceremonia de Ayahuasca hasta 50 veces. Yo me sentía fuera de lugar. Al día siguiente, al despedirme, le di las gracias a la “abuelita” tal como había visto hacer al llegar, con asombro y rechazo, a los otros participantes veteranos.

Primera impresión de Varela: hombre astuto y manipulador “disfrazado de chamán”

3.-Siento “el llamado de la abuelita”. Llego a Inner Mastery

Recuerdo dar una interpretación divina a la experiencia de amor extremo vivida. Marcó un antes y un después y responde a mi anhelo profundo de que algo cambiara radicalmente en mi vida. Una barrera se había derrumbado. Mi madre observó el cambio en mí y mi renovada capacidad de mostrar amor por ella y por mi hermanito. Empecé a idealizar las sustancias que yo hago responsable de esta transformación tan positiva en mí. Se despierta en mí una enorme curiosidad por la psicología transpersonal de Claudio Naranjo y por muchas otras corrientes y terapias de Nueva Era. Inicio así una nueva fase de rebeldía donde cambió por completo mi manera de vestir, incluso intereses y manera de expresarme. Empiezo a verme “por encima” de los demás, con un entendimiento de la vida en general “superior”, como si hubiera tenido acceso a una “Verdad”que todo el mundo ignora. Doy la espalda a la familia y a todas las personas que yo consideraba “tóxicas” por su superficialidad y empiezo a identificarme más con personas que experimentan con drogas y con la Nueva Era. Entré en un torbellino de confusión mental donde solo quería experimentar “emociones positivas”. Me convencí a mí misma de que me estaba convirtiendo en la persona que era verdaderamente, mi verdadero yo. Empiezo de esta manera a experimentar con más sustancias. Conocí entonces a un hombre con el que tengo una relación durante más de un año. Era una persona “hippy”, fumaba marihuana, pero no estaba en el mundo de la ayahuasca y no me acompañaba a las ceremonias. 

Doy a las sustancias una connotación divina y entro en las terapias New Age. Me siento “por encima” de los demás, con un entendimiento “superior” de la vida.

Al cumplir los 23 años, siento “el llamado de la abuelita” y decidí regalarme mi primer retiro de Inner Mastery (IM). Fue allí que conocí a Alberto Varela (AV) por primera vez. Llegué a ese retiro tras buscar en Google, vi que aparecía de los primeros en la búsqueda y que tenía muchas recomendaciones. Me dio confianza. Esta vez invitaba yo a un amigo a acompañarme a un retiro de 3 noches en la misma casa donde me había iniciado en la Ayahuasca tiempo antes.  Al llegar, nos dieron a rellenar un formulario sobre nuestro estado de salud. Nadie hizo ninguna pregunta sobre las respuestas ni tampoco había un médico presente para cualquier comprobación. Estábamos una 30 personas reunidas en círculo cuando vi a Alberto Varela por primera vez. Pasarían 2 años todavía antes de entrar en la secta. Tengo esa imagen grabada en mi retina. Varela apareció “disfrazado de chamán” en una puesta en escena teatral y burlesca. Él se declaraba no chamán, un hombre humilde y corriente que estaba “por encima del ego” que había aprendido los usos terapéuticos de la planta. Su presentación me fascinó aunque también percibí inmediatamente a un hombre astuto y manipulador. Varela sabe utilizar la oratoria para cautivar a la audiencia, es observador y se da cuenta inmediatamente de qué necesita oír cada uno y dar atención a aquellos que la anhelan. Varela tenía mucho poder sobre los grupos y esto era claro durante las constelaciones familiares que él mismo dirigía. Es un hombre transgresor que animaba a romper las normas establecidas y yo necesitaba escuchar ese discurso para dar alas y justificación a mi rebeldía. 

Varela tiene mucho poder sobre los grupos que anima a romper las reglas.Ver las imágenes de origen

Me impactaron algunos ejemplos que él contaba con orgullo: Varela decía que había que superar los tabúes del sexo y por eso les había enseñado porno a sus hijas de 10 años. Mi amigo dijo “este hombre está loco” pero yo no reaccioné. Durante una integración la mañana después, había una chica que era muy insegura con su cuerpo y su sexualidad que decía que “no se encontraba sexy”. Varela le obligó a desfilar como una modelo mientras le decía “anda como una puta y fóllate a todos”. Varela me cautivó, aunque la primera noche observé con gran desconfianza que los facilitadores (responsables de las mezclas de sustancias) estaban perdidos. Era su segunda ceremonia y se notaba que no sabían lo que hacían. Varela no consume ayahuasca y no está nunca presente en las ceremonias nocturnas, solo en la integración al día siguiente.

 

4.-Un “signo de salvación” me lleva a la secta y a la explotación 

Yo seguía experimentando con sustancias y abrí las puertas al peyote, LSD, marihuana, San Pedro etc. Acababa por ese entonces mi relación con Juan, la pareja con la que estuve casi dos años, lo cual me desestabilizó de forma considerable. Por otro lado, mis estudios de psicología llegaban a su fin. Me generaba mucha angustia porque de nuevo me planteaba qué hacer con mi vida y qué especialidad elegir. Había perdido la ilusión por la psicología. Decidí entonces regalarme un retiro de silencio Vipassana de 3 días (sin drogas esta vez) y para ello apago el móvil durante esos días. Siempre empezaba cualquier retiro con la misma intención: ¿Qué quiero hacer? ¿Hacia dónde voy? Al acabar el retiro encendí el móvil, y me encuentro con un mensaje de Sergio Sanz (colaborador de AV) que me dice en tono muy halagador: “Estamos creciendo mucho y queremos contar contigo. Tus estudios de psicología son muy valiosos”. Ese mensaje era mi “salvación”, la respuesta que estaba esperando. ¡Me ofrecían trabajo en México! Poco después, Varela me llamó y estuvimos hablando 2 horas por teléfono. Me decía: “Eres muy lista y tengo el presentimiento de que puedes ser un pilar fundamental de Inner Mastery en México.” Le puse mis condiciones. Varela empezaba entonces a ofrecer más sustancias de las que yo desconfiaba. Le dije que me atraía mucho su propuesta por la parte de psicología/terapia, constelaciones familiares y la no-terapia, pero yo solo quería trabajar con ayahuasca y con rapé. Varela me dijo que le parecía perfecto y que me “enseñaría personalmente”. Así fue como llegué a la Escuela Ayahuasquera. Me dijo que tenía que formarme como facilitadora asistiendo a un mínimo de 3 formaciones en 3 meses que tendrán lugar durante los retiros mensuales de miércoles a domingo. Me habían ofrecido trabajo, pero tenía que pagar la formación a razón de unos 600 euros por fin de semana (un retiro base para clientes cuesta aprox. 500 euros a lo que hay que añadir el consumo de otras sustancias que se ofrecen además de la ayahuasca). A mí no me pareció anormal.

Me hacen sentir una elegida antes de la explotación. «Eres muy lista y puedes ser un pilar fundamental. Varela me “enseñaría personalmente”».

Así empieza la “explotación” en la Escuela Ayahuasquera donde voy a recibir formaciónComo aprendiz, tenía que trabajar a destajo, preparando las ceremonias, vaciando los cubos de vómito y limpiando la sala, observando y siguiendo órdenes del facilitador de la ceremonia y durmiendo muy pocas horas. La única diferencia entre cliente y aprendiz era una hora de charla durante el descanso de los clientes cuando nos reunimos en la sala de ceremonias. En esas charlas no nos hablaban de la planta ni sus efectos, si no que se nos “formaba” en los aspectos prácticos de la ceremonia (qué hacer y qué no hacer). No se nos dio una manual ni se animaba a tomar notas. Todo era muy improvisado y falto de contenido y profesionalidad. Varela empezaba por aquellos entonces a mezclar otras plantas con la ayahuasca, pero no explicaba cómo, se hacía a criterio subjetivo de Varela. Cómo se conseguía la ayahuasca nunca lo supe en detalle, pero sé que los traían colaboradores y chamanes en su maleta al venir de visita. En el jardín de la casa de México se enterraban botes de ayahuasca preparada por los chamanes de Colombia. Sólo Varela sabía dónde estaban. Los chamanes de Colombia eran aparentemente verdaderos, pero siempre me dieron “muy mala espina”. Durante la Semana Santa me fui a la playa de Cancún con mi familia. Yo estaba perdida, “ida” pensando todo el tiempo en IM. Al volver había organizado un retiro en Monterrey (a dos horas de avión de la ciudad de México) y nos querían a Carlos y a mí para facilitar las ceremonias, lo cual me hizo sentir halagada (“subíamos de nivel”). Teníamos que llevar las “medicinas” en la maleta. Se lo conté a mi madre que, alarmada por el riesgo que corría su hija llevando sustancias ilegales en la maleta, escondió mi pasaporte sin que yo lo supiera. Al no encontrar el pasaporte, Carlos tuvo que ir solo. Siempre lo hacían así, los miembros del grupo transportaban las sustancias en su propio equipaje. Nunca les pillaron. Decían que confiaban en el universo que no iba a permitir que les pasara nada.

Tenemos que transportar las sustancias ilegales en la maleta. El universo no iba a permitir que la policía nos interceptara.

Nota de la redacción:

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No hace falta que te identifiques. También si necesitaras ayuda terapéutica te derivaríamos a profesionales de referencia de RedUNE

 

 

  

 

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